Item Descripción Valor

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Te encuentras de nuevo en el salón principal de la mansión, una impresionante estancia de dos alturas, en forma de óvalo alargado sin líneas rectas. Tres grandes lámparas modernistas cuelgan del alto techo decorado con mosaico. En la parte más alejada puedes ver una gran puerta doble de madera y vidrio coloreado que parece dar a una amplia terraza exterior.


La fiesta se halla en su momento álgido y la totalidad del salón principal bulle de actividad. Grupos de invitados empiezan a colarse por todos los rincones del gran salón, charlando animadamente, bebiendo y riendo. Los sirvientes caribeños se afanan por mantener las mesas y a los invitados bien atendidos, varios de ellos entran y salen del exterior cruzando las amplias puertas de madera.


Compruebas la hora, son las 9 y 110 de la noche y parece que el señor Rovira no tiene planeado hacer acto de presencia por el momento. Decides que no tiene sentido especular a ciegas sobre cuáles pueden ser las intenciones de vuestro anfitrión, por lo que vuelves a centrarte en tus posibles objetivos con la esperanza de averiguar algo más sobre los motivos de esta fiesta.


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Decides acercarte al hombre rechoncho y con síntomas de embriaguez, el cual sigue contando anécdotas de dudoso gusto que sólo le hacen gracia a él. Las víctimas de sus ocurrencias se encuentran claramente incómodas con la situación, pero todos se esfuerzan en ser educados.


- Es usted realmente ingenioso, señor Merino… ahora mismo no, pero quizá tome esa copa con usted más tarde.- Uno de los invitados intenta excusarse sin demasiado éxito, pero al ver que te acercas emite un suspiro de agradecimiento y aprovecha para huir despavorido.


Tras oír el nombre caes en la cuenta, todo el mundo en el cuerpo de policía conoce al señor Cristóbal Merino, un alto funcionario del ayuntamiento sobre el que recaen numerosas sospechas de corrupción.


- ¡Bienvenido a la fiesta! Por favor, sírvase una copa.- Cuando repara en tu presencia, el señor Merino se dirige a tí animadamente.- Vamos, en confianza, sepa que soy íntimo amigo del señor Rovira, eso me permite ejercer de anfitrión en su ausencia.- El funcionario estalla en carcajadas, como si acabase de hacer una broma que únicamente él entiende.