Item Descripción Valor

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- Lamento que piense así, inspector, pero piénselo detenidamente. Una desequilibrada que secuestra niños para desmembrarlos y practicar brujería con sus restos. ¡La historia era demasiado potente como para dejarla escapar! La vampira de Barcelona le pusimos como nombre, brillante ¿verdad?- El hombre parece entusiasmado con el relato.


- Por supuesto su papel fue crucial en todo el asunto, el joven y brillante inspector de policía que logra dar con el escondrijo de la asesina y libera heroicamente a los pequeños retenidos. Ni la mejor novela de terror habría tenido un guión tan perfecto.


Tú recuerdas el caso de forma distinta. Durante meses se investigaron las desapariciones de niños en los barrios más pobres de la ciudad, sin resultado ni ánimo por parte de las autoridades. Un día recibiste una denuncia que parecía sencilla, una mujer se quejaba de que su vecina tenía ‘animales’ en su piso. Sospechaste de inmediato y tus temores se confirmaron al llegar a aquel templo del horror. Varios niños eran los que estaban encerrados en condiciones infrahumanas, otros tantos habían sido descuartizados, sus huesos y sangre utilizados como amuletos y ungüentos. Detuviste a la asesina, que murió linchada tiempo después por un grupo de reclusas con las que compartía prisión. Las pesadillas, sin embargo, todavía te persiguen a día de hoy.


[Éxito en prueba de Carisma]

- Pero por descontado, si tiene cualquier dato que añadir al suceso, estaré encantado de escucharle, ¿qué le parecería entrevistarse conmigo después del anuncio del señor Rovira? Le esperaré en el jardín del patio inferior.


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Te encuentras de nuevo en el salón principal de la mansión, una impresionante estancia de dos alturas, en forma de óvalo alargado sin líneas rectas. Tres grandes lámparas modernistas cuelgan del alto techo decorado con mosaico. En la parte más alejada puedes ver una gran puerta doble de madera y vidrio coloreado que parece dar a una amplia terraza exterior.


La fiesta se halla en su momento álgido y la totalidad del salón principal bulle de actividad. Grupos de invitados empiezan a colarse por todos los rincones del gran salón, charlando animadamente, bebiendo y riendo. Los sirvientes caribeños se afanan por mantener las mesas y a los invitados bien atendidos, varios de ellos entran y salen del exterior cruzando las amplias puertas de madera.


Compruebas la hora, son las 9 y 164 de la noche y parece que el señor Rovira no tiene planeado hacer acto de presencia por el momento. Decides que no tiene sentido especular a ciegas sobre cuáles pueden ser las intenciones de vuestro anfitrión, por lo que vuelves a centrarte en tus posibles objetivos con la esperanza de averiguar algo más sobre los motivos de esta fiesta.