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Tu acompañante no puede evitar reírse, está claro que tu ocurrencia le parece divertida, aunque en ningún momento se aleja de tu lado.
- ¿De verdad pretende competir con el heredero de todo un imperio empresarial? He de admitir que tengo interés en conocer a ese joven misterioso. Según tengo entendido ha pasado toda su vida en el extranjero, así que sin duda es un hombre cultivado y cosmopolita. Sus padres murieron en el trágico accidente del Titanic, el transatlántico que se hundió en mitad del océano. Desde entonces es el único pariente vivo del señor Rovira.
Una vez realizada su pequeña reflexión, Inés se separa unos pasos de tí para apoyarse pensativamente en una de las barandas. Aprovechas la circunstancia para acercarte a ella y atraerla hacia tu lado con el brazo mientras su embriagadora fragancia te envuelve de nuevo.
- ¿Pero cómo podría ignorar las atenciones del héroe que liberó a la ciudad del mismísimo mal encarnado?- Te resulta imposible saber si las palabras de la joven son sinceras o simplemente está jugando con tu vanidad.- Hagamos una cosa, una vez el señor Rovira haya declarado sus intenciones búscame en el laberinto del patio inferior.
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Te encuentras en una amplia terraza de mármol blanco con elegantes balaustradas y jardineras incrustadas de mosaico. Al igual que el interior este espacio se encuentra ocupado por bien abastecidas mesas alrededor de las cuales se arremolinan los joviales invitados.
Dos estilizadas escaleras descienden en semicírculo a cada lado de la terraza, salvando unos pocos metros de altura para alcanzar el patio inferior, cuya zona central está totalmente ocupada por un singular laberinto de arbustos perfectamente mantenido. Una pareja de espléndidas esculturas adornan las entradas al entramado formado por los setos.
El fresco aire nocturno hace evidente la privilegiada situación de la mansión, y resulta un agradable cambio respecto al cargado ambiente del interior de la sala. Alejados como estáis de la ciudad, el despejado cielo sin luna permite admirar con extraordinaria claridad las refulgentes constelaciones.
Observas con detenimiento a los diversos grupos de asistentes formados a tu alrededor. Tienes la sensación de que el entorno se presenta más relajado, como si estas personas estuviesen poco interesadas en los motivos del señor Rovira. Ves que son las 9 y 86 de forma que decides buscar a alguien con quien entablar conversación.