Item Descripción Valor

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Con un rápido movimiento sustituyes la copa del señor Merino por otra llena, tras lo cual su rostro se ilumina y vuelve a parecer dispuesto a hablar.


- Pues una cosa más le diré, todo el mundo cree que el señor Rovira es un huraño, pero la culpa la tiene esa extraña mulata que se trajo de Cuba.- Tu interlocutor hace una pausa y asiente seriamente con la cabeza, intentando revestir de veracidad sus confidencias.- Se habrá fijado ya en los sirvientes, todos tan solemnes, tan eficaces. Pero lo que no todo el mundo sabe es que a su vuelta también le acompañaba una mujer, de piel oscura y ojos tan negros que resulta difícil soportar su mirada.


El señor Merino se detiene, recorrido por un evidente escalofrío. Para tu desgracia, conoces algunas cosas sobre el horror, lo has experimentado de cerca, y puedes interpretar la reacción del funcionario municipal. Es la reacción de alguien que se siente atemorizado sin siquiera saber exactamente el por qué.


- En cualquier caso, mi amigo Alejo es un gran hombre.- El señor Merino intenta recuperar la serenidad bebiendo y riendo a la salud del anfitrión. Vuelve su atención un instante hacia tí y te guiña un ojo, buscando tu complicidad para hacerte una última confesión.- Además de generoso, por supuesto. Yo hago la vista gorda para facilitarle la burocracia y él se asegura de que nunca me falten fondos en los antros de juego ilegal. Como podrá comprobar nuestra amistad está sólidamente cimentada.


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- Conozco al señor Rovira desde hace años puesto que hasta el momento hemos sido socios en diversas empresas, y puedo asegurarle que la ostentación no forma parte de su carácter.- Desviar el tema parece que ha moderado los ánimos de tu interlocutor, quien por un instante accede a entablar conversación.- Si le soy sincero me cuesta recordar alguna ocasión en la que le haya visto asistir a un evento de estas características, mucho menos organizarlo, por lo que estoy seguro de que sea cual sea el motivo de nuestro anfitrión se trata de algo importante, al menos para él.


Concedes unos segundos al señor Tessier, quien ahora parece observar con curiosidad al resto de asistentes, como si hasta ese momento no se hubiera percatado de su presencia.


- Mírelos a todos ellos, bebiendo y riendo, ajenos por completo al horror que se desata en el resto de Europa, más aún, urdiendo planes para beneficiarse de su neutralidad en el conflicto.- Su rostro vuelve a adquirir un tono duro.- Millares de mis compatriotas están entregando sus vidas heroicamente en la defensa del río Marne, tan cerca de París que las tropas se desplazan al frente utilizando los taxis de la ciudad. No puedo seguir ignorando la situación, y ahora, si me disculpa, otros asuntos me apremian.