Item Descripción Valor

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Te encuentras de nuevo en el salón principal de la mansión, una impresionante estancia de dos alturas, en forma de óvalo alargado sin líneas rectas. Tres grandes lámparas modernistas cuelgan del alto techo decorado con mosaico. En la parte más alejada puedes ver una gran puerta doble de madera y vidrio coloreado que parece dar a una amplia terraza exterior.


La fiesta se halla en su momento álgido y la totalidad del salón principal bulle de actividad. Grupos de invitados empiezan a colarse por todos los rincones del gran salón, charlando animadamente, bebiendo y riendo. Los sirvientes caribeños se afanan por mantener las mesas y a los invitados bien atendidos, varios de ellos entran y salen del exterior cruzando las amplias puertas de madera.


Compruebas la hora, son las 9 y 34 de la noche y parece que el señor Rovira no tiene planeado hacer acto de presencia por el momento. Decides que no tiene sentido especular a ciegas sobre cuáles pueden ser las intenciones de vuestro anfitrión, por lo que vuelves a centrarte en tus posibles objetivos con la esperanza de averiguar algo más sobre los motivos de esta fiesta.


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- ¡Somos casi hermanos, Alejo y yo!- El funcionario Cristóbal Merino lanza un grito de forma casi involuntaria, para luego beber un largo trago de su copa.- ¿Sabe qué le falta a esta fiesta? Una ruleta. Para jugarse los cuartos, ya sabe. No muy lejos de aquí está el casino de la Arrabassada, ¿estuvo usted alguna vez allí? antes de que se estableciera la prohibición del juego, quiero decir. Ahora el casino ha cerrado y aquello no es más que una sombra de lo que fue. Esa ley es un maldito despropósito.


Permites al señor Merino desvariar durante unos minutos, antes de lograr que vuelva al cauce inicial de la conversación.


- Como le decía, conozco a Alejo desde finales del siglo pasado. La guerra de Cuba había sido un verdadero desastre para sus intereses, por no hablar de la muerte de su hermano Pablo durante el conflicto. Alejo volvió de la isla rodeado de un séquito de sirvientes morenos y con su fortuna muy mermada, así que le resultó conveniente la ayuda de un funcionario municipal para establecerse de nuevo. Desde entonces podríamos decir que nuestras carreras han estado estrechamente vinculadas.


El señor Merino se detiene por un momento y contempla su vaso, ahora vacío. Al acabar la bebida parece que también ha finalizado su interés en la conversación.