Item Descripción Valor

La curiosidad; esa gran aliada de los científicos. Te ha llevado hasta donde estás ahora mismo, te ha ayudado a tener tu propio laboratorio y es la que te hace pensar que la mejor idea es tocar aquel vórtice.

Levantas tu mano, y nada mas entrar en contacto con la sustancia verdosa sientes un fuerte tirón que te absorbe hacia el interior.

Abres los ojos y ves que te encuentras rodeado de oscuridad. Mueves los pies pero no encuentras nada sobre los que apoyarlos. Los brazos tampoco alcanzan a tocar nada. Es como si estuvieras flotando.

Una profunda, grave y ronca respiración que parece provenir de todas las direcciones hace que se te erice el cabello de todo el cuerpo y es entonces cuando lo ves.

Cientos de tentáculos surgen de lo que podría ser un enorme rostro deformado situado a un par de metros de ti... Uno de ellos se acerca a ti, y con lentitud comienza a atravesarte el estómago hasta que sale por la espalda. No has sentido dolor, ha sido como si tu cuerpo fuera mantequilla. Tus ojos están fijos en aquel rostro y pronto pierdes toda consciencia de ti mismo, sumergiéndote en la oscuridad del lugar que te rodea.

Decides que Paco es totalmente autosuficiente y capaz de encargarse de los posibles contra tiempos que puedan aparecer. Sonríes a tu amigo y comienzas a ponerte el traje de seguridad para entrar en la sala del bolómetro.

Cuando estas listo te encaminas a la puerta de seguridad custodiada por los dos guardas, que al verte sonríen y asienten con sus cabezas. Abren la puerta y pasas al interior.

La sala es pequeña, el espacio es relativamente justo. Hay un par de carritos con herramientas para hacer mediciones en la sala así como varias para realizar pequeñas reparaciones insitu.

Miras el bolómetro. Ese pequeño aparato, aquello es a lo que te han llevado tus últimos años de vida, de estudio, de dedicación casi absoluta. A su alrededor la maquinaria que lo hace funcionar.

Notas como el traje acrecenta el sonido de tu respiración justo cuando te giras y ves que al otro lado del cristal, Paco y un par de técnicos más aguardan a que des el visto bueno para iniciar el experimento.

Elevas tu mano con el pulgar levantado y Paco da la orden. Un lejano ruido comienza a escucharse por la sala. Va en aumento, al igual que el porcentaje de potencia del bolómetro. Es en uno de esos momentos en los que puedes sentir lo que te han dicho tus compañeros. Es como si la electricidad pasara a través de ti, o como si estuvieras desnudo en la playa y una gran vendaval hiciera que millones de diminutas partículas de arena golpearan tu cuerpo. No es doloroso, y el sonido llega un momento en el que se deja de escuchar.

Un pequeño punto de luz verde aparece en el bolómetro. Eres consciente que ese es el límite al que habéis llegado. Nunca habéis pasado de ahí. El punto se mantiene, y tu mirada se queda fija en el mismo. 

- Aumento la potencia - 

Escuchas por el pequeño altavoz instalado en la sala. Es Paco. Cuando lo hace el punto poco a poco va haciéndose más grande, hasta que se estabiliza en un círculo de poco más de cinco centrímetros de diamétro. Te acercas curioso mientras los dos técnicos de la sala van haciendo su trabajo y un rayo sale del interior del punto verde y te atraviesa. 

Llevas tus manos al pecho, no hay dolor. Miras a tu alrededor y ves que no ha sido un único rayo. Hay por lo menos media docena de ellos saliendo del bolómetro y chocando contra las paredes, atravesando sin mayores implicaciones aparentes a tus compañeros de la sala.

- Que es eso, ¿estáis bien? - 

Paco pregunta claramente nervioso. Asientes con la cabeza girándote y viendo sus caras de sorpresas. Paco está inmóvil, esperando posiblemente una señal tuya sobre como proceder...