Item Descripción Valor

El dolor cada vez es más intenso. Miras a los dos técnicos que siguen en la sala, los dos se llevan sus manos a la cabeza también. Te miran y cuando vas a girarte para indicar que apaguen el bolómetro notas como aquella sensación  de pinchazos aumenta haciendo que caigas de rodillas en el suelo.

Con un esfuerzo más que considerable levantas la mano y giras tu cabeza para dar la indicación de apagar. Por un momento vuelves a pensar en aguantar, solo un poco más. Aquella corazonada, ese hilo de pensamiento en tu cabeza parece cobrar más fuerza. 

<<Aguanta, pronto pasará el dolor>>

Paco te mira, tiene su mano en el botón de emergencia para que todo se detenga, pero está esperando tu indicación...

Aquellos rayos no parecían dañinos, los sensores no marcan nada fuera de lo normal. Hay demasiado en juego y puede que esta sea la última oportunidad que te den los inversores. 

Decides seguir, e indicas a Paco que suba al 100% el bolómetro. Al hacerlo, el punto verde no crece, pero si la frecuencia e intensidad de los rayos verdes, que ahora si comienzan a ser dolorosos. No en los puntos de impacto, sino en la cabeza.

Sientes como si alguien estuviera abriendo tu cabeza y clavándote pequeños alfileres, rebuscando entre tu cerebro con unos finos y puntiagudos dedos. Algo en tu cabeza te dice que hay que aguantar, que solo es un poco más hasta que se estabilice. Pero tu mente analítica te dice que no, que eso no está bien.

¿Deberías indicar a Paco que diera el experimento por terminado o te dejarás llevar por esa corazonada de que en cuanto se estabilice, los rayos y el dolor deberían cesar?