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Cuando tras varias horas de salto finalmente saliste del espacio enemigo y entraste en territorios amistosos, tu nave fue interceptada por una patrulla fronteriza a causa de tu vector de entrada, y te pusieron en detención mientras comprobaban tu historia, puesto que al principio nadie creyó tus explicaciones. Al fin y al cabo, lo que contabas era imposible, nadie podía haber escapado de aquel lugar… pero los datos de navegación de tu nave lo corroboraban, especialmente tras comprobar que no habían sido manipulados. Habías dicho la verdad… no solo habías estado allí, sino que habías pisado y permanecido en aquel inmundo y mortífero planeta durante varios y habías sobrevivido para contarlo sin heridas ni secuelas físicas, incluso aunque fuese por pura suerte.

Claro que eso no significaba que hubieses salido indemne, puesto que nadie podía vivir aquello y no ser afectado. Aquellos 11 espantosos e interminables ciclos poblarían tus pesadillas por el resto de tu vida, haciendo que revivieses cada noche el tiempo que habías pasado en la Tierra, el centro neurálgico del atroz Imperio Humano y cuna de la maldita humanidad, los enemigos de todas y cada una de las especies civilizadas, la mayor y más terrible plaga del universo conocido.

El camino principal era demasiado arriesgado, no solo porque era bastante probable que te topases con alguna patrulla, sino porque entre lo iluminado que estaba y que a tu alrededor habrían a saber cuántas de esas criaturas, si te detenían, huir de la patrulla sería prácticamente imposible. Por ese motivo decidiste tomar un camino menos directo, pero a tu entender más seguro… o al menos todo lo seguro que podía ser algo en aquel lugar.

Alrededor del camino principal se alzaban numerosas estructuras similares a la que habías usado como escondite, algunas habitadas, otras usadas únicamente durante el día y otras abandonadas… y entre ellas había una gran cantidad de caminos, la mayoría de ellos estrechos, mal iluminados y con aspecto de estar bastante poco cuidados, y fue por estos caminos por donde decidiste ir.

Habías recorrido ya la mitad del trayecto sin cruzarte con ninguno de aquellos seres cuando un ruido a tu espalda te hizo girarte y ver que tres de ellos te estaban siguiendo. Desde luego, no parecían militares ni miembros de las Fuerzas de Seguridad de aquel maldito planeta, pero con esa especie nunca se sabía… especialmente porque al ver que los habías visto, te gritaron que te detuvieses.

Podías hacerles caso… pero que vieses, no había nadie más cerca, por lo que seguramente podrías escapar y dejarlos atrás sin problemas.