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A juzgar por sus ropas y sus movimientos, seguramente no eran miembros de las Fuerzas de Seguridad ni de ninguna patrulla, por lo que muy probablemente no te seguirían si conseguías llegar a un lugar más transitado... o al menos, eso es lo que esperabas mientras te dirigías rápidamente de vuelta al camino principal. Claro que eso dejaba la dudad de por qué motivo habían intentado detenerte y ahora te perseguían, pero tampoco es que tuvieses tiempo para preocuparte por eso ahora.

Un nuevo giro y ya pudiste ver frente a ti las luces del camino principal, así como también numerosas de aquellas criaturas, que se movían por él sin que nada indicase que te esperaban, por lo que, agradeciendo tu buena suerte, aceleraste hasta llegar al camino… y a causa de tu velocidad, a chocaste con un miembro de una patrulla que se encontraba allí estacionada y no habías visto a tiempo.

A pesar de que identificar una expresión en los grotescos rostros de esos seres era difícil, parecía que aquel con el que habías chocado estaba sorprendido por el encontronazo... pero por desgracia, también era cierto que tenía su arma peligrosamente cerca, y parecía dispuesto a usarla. Si realmente los que te perseguían no tenían nada que ver con ellos, tal vez pudieses engañarlos… pero si era una operación conjunta para atraparte, tu única opción era seguir huyendo.

No hay tiempo de pensar, solo de correr. Correr para salir de en medio de aquella masa de criaturas que no tardarían en darse cuenta de que no eras como ellas. Correr para llegar a tu nave y salir de aquel inmundo planeta antes de que te matasen o algo peor.

Conforme apartabas de tu camino a aquellos seres, empezaste a escuchar gritos que identificaste como sorpresa, enfado, indignación… pero no te importaba, tenías que correr aún más rápido. Y entonces, esos gritos empezaron a transformarse en gritos de miedo y horror, pues tu camuflaje había terminado de fallar… lo cual solo hizo que acelerases el paso aún más. Al menos ahora se apartaban de tu camino, permitiéndote ir más rápido. Ya habías recorrido casi tres cuartas partes de la distancia que te separaba de tu nave cuando tu brazo se sumió en una explosión de dolor. Las fuerzas de seguridad habían empezado a llegar y a disparar, y uno de los disparos te había alcanzado… pero eso no te detuvo. Tenías que seguir adelante, no podías frenar…

Otro impacto te alcanzó en el torso… dos más en la espalda… ya apenas podías avanzar un paso más cuando más disparos te alcanzaron, terminando de una vez con tu vida. Al menos, tu muerte había sido rápida…