Estaba claro que era un sueño porque me encontraba de pie al borde de un acantilado, con la extraña caja en la mano, sin saber como había llegado hasta allí.

Una densa niebla me rodeaba. Tan densa que impedía ver lo que tenía a mis espaldas, aunque de frente podía ver claramente un camino que descendía hasta una cala cercana donde rompían las olas.

A mi lado había un hombre de pie. Podría tener la edad de mi padre si siguiera entre nosotros y sus rasgos eran muy parecidos a los de mi progenitor. Me di cuenta de que sin duda se trataría de una versión onírica de mi tío.

- No tenemos mucho tiempo.- me dijo antes de que pudiera siquiera abrir la boca - Mi paso por el mundo terrenal se ha consumado y la poca esencia que me queda en el plano onírico desaparece a cada momento que hablamos. El tiempo pasa rápidamente. ¿Cuánto nos queda?

Aquella pregunta parecía hecha de tal manera que esperase una respuesta concreta que yo conociese...