-Esto no debe saberse. Explícale a los demás los detalles y en unas pocas generaciones seremos tan ricos como los propios dioses. Diles que es lo que él hubiera querido.

Y así, tu hermano explicó a toda la familia cómo cultivar plantas: qué eran las semillas, cómo influían las estaciones, y más especialmente las cantidades ingentes de dinero que perderíamos si alguien se iba de la lengua. Los demás lo entendieron y trabajaron duro para cumplir el deseo de vuestro padre, o al menos eso creyeron. Con el tiempo, hasta llegasteis a dedicaros a la crianza de animales para comerlos. Efectivamente, vuestros descendientes eran tan ricos que podían permitirse criados personales. 

En cuanto a las tablillas, después de los primeros años trabajando la tierra no hacían más falta, por lo que se perdieron. ¿Quién las echaría en falta, de todas formas? Eso sí, vosotros y vuestros hijos y nietos ya habíais terminado vuestras vidas para cuando el conocimiento se perdió. La Humanidad tendrá que apañarse con lo que encuentre por ahí.