Sospechas que tu interlocutor no optará por la vía pacífica y que una vez empiece el tiroteo las fuerzas de seguridad no van a hacer distinciones. Siguiendo aquel viejo consejo de 'golpea fuerte y golpea primero' desenfundas tu pistola a la vez que lanzas tu silla hacia atrás para caer de espaldas y tumbarte cuerpo a tierra. Tu maniobra coincide con la de tu contacto que acaba de sacar una sofisticada pistola blaster y abre fuego sin mediar palabra.

Mientras giras en el suelo ves como cuatro agentes con chalecos de kevlar y armados con automáticas se intentan parapetar entre las mesas y columnas del local. Uno de ellos no lo logra y cae fulminado por la primera lluvia luminosa procedente del arma de tu acompañante.

En el centro de ocio la gente empieza a gritar y correr despavorida. Tus disparos alcanzan a otro de los agentes en un hombro derribándolo gravemente herido. Los dos que quedan en pie devuelven el fuego.

Tu acompañante tumba la mesa para ocultarse tras ella sin dejar de disparar, dejándote a ti en la primera línea de combate. Son breves segundos en los que debes valorar tus opciones para sobrevivir a este infierno.