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Te encuentras en una amplia terraza de mármol blanco con elegantes balaustradas y jardineras incrustadas de mosaico. Al igual que el interior este espacio se encuentra ocupado por bien abastecidas mesas alrededor de las cuales se arremolinan los joviales invitados.


Dos estilizadas escaleras descienden en semicírculo a cada lado de la terraza, salvando unos pocos metros de altura para alcanzar el patio inferior, cuya zona central está totalmente ocupada por un singular laberinto de arbustos perfectamente mantenido. Una pareja de espléndidas esculturas adornan las entradas al entramado formado por los setos.


El fresco aire nocturno hace evidente la privilegiada situación de la mansión, y resulta un agradable cambio respecto al cargado ambiente del interior de la sala. Alejados como estáis de la ciudad, el despejado cielo sin luna permite admirar con extraordinaria claridad las refulgentes constelaciones.


Observas con detenimiento a los diversos grupos de asistentes formados a tu alrededor. Tienes la sensación de que el entorno se presenta más relajado, como si estas personas estuviesen poco interesadas en los motivos del señor Rovira. Ves que son las 9 y 44 de forma que decides buscar a alguien con quien entablar conversación.


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Sales al fresco del exterior y bajas las escaleras de la terraza hasta llegar a la entrada del ajardinado laberinto. Los ruidos de la fiesta quedan lejos y tan sólo las estrellas iluminan el cielo.


Apoyado junto a una de las estatuas está Luis Clotet, esperándote con gesto socarrón.


- Vaya, así que al inspector estrella le gusta aceptar provocaciones. ¿Vienes en busca de pelea, entonces? ¿o quizá estás aquí solo para hacerme ver el error en mis modales? Regañarme como a un niño y decirme lo que se puede o no hacer.- El joven da varios pasos por la gravilla del suelo mientras habla.


- El cuerpo de policía es una vergüenza, negligente y acomodado, siempre varios pasos por detrás de los hechos. Pero en tu caso la ceguera te ha puesto a salvo.


Una sonrisa siniestra cruza la cara de tu interlocutor instantes antes de que el terrible sonido de una explosión haga que te cubras la cabeza por precaución. Tras unos segundos en los que sólo se oyen gritos de terror, te das cuenta de que el estruendo proviene del interior de la mansión. Aprovechando la confusión, Luis Clotet se ha marchado.


Sientes unas manos menudas y frías que te tapan los ojos mientras alguien te abraza desde atrás. No puedes evitar soltar una carcajada antes de dar la vuelta para enfrentarte a tu agresora.


La cara de Inés Valverde está a pocos centímetros de la tuya y te mira intensamente mientras se muerde el labio inferior.


- Vaya, pero si tengo al gran héroe de la ciudad a mi merced.- Susurra provocadoramente la joven, mientras rodea tu cuello con sus brazos y estrecha su cuerpo contra el tuyo.


Su perfume está empezando a hacerte perder el control cuando el terrible sonido de una explosión hace gritar de terror a Inés, que pasa a cubrirse instintivamente la cabeza. Tras unos segundos de confusión compruebas que el estruendo proviene del interior de la mansión.


Apoyado junto a una de las estatuas está Gerardo Aguilar, garabateando frenéticamente en el papel. Al verte cierra de golpe su libreta.


- Ah, inspector, me alegra que finalmente haya decidido encontrarse conmigo. El anuncio del señor Rovira sin duda me da para algunos titulares, pero una declaración del inspector estrella sin duda me hará vender más periódicos.- El periodista compone el gesto al ver tu seria mueca de disgusto.


- Por supuesto también me interesan los aspectos más humanos de la tragedia, claro, todo sea por dignificar la profesión.


El terrible sonido de una explosión hace callar al hombre a media frase mientras ambos os cubrís la cabeza con los brazos como protección. Tras unos instantes en los que sólo se oyen gritos de terror, te das cuenta de que el estruendo proviene del interior de la mansión.