Al acercarte, el hombre parece reconocerte y te estrecha la mano efusivamente.

- ¡Inspector Javier Espasa! Encantado de conocerle, mi nombre es Gerardo Aguilar, redactor del diario local La Tribuna. Probablemente nos conozca, dimos una amplia cobertura al caso que le hizo famoso.- Recuerdas perfectamente toda la información que se filtró a la prensa durante aquellos días.- Fue un asunto horrible, sin duda, pero eso acrecentó el interés del público y agotamos todas todas las tiradas del periódico, muchos de ellos con su cara y la de la asesina en portada.

Muy a tu pesar la mera mención de ese caso todavía provoca que tus manos tiemblen.

- La guerra afecta a todo, mon amie, más aún tratándose de un conflicto a esta escala, una Gran Guerra como algunos la llaman ya. Mi deber moral como ciudadano es ayudar en lo posible a mi patria en estos momentos de calamidad.- El señor Tessier te dedica una sonrisa melancólica.- Realmente esperaba que mi encuentro de hoy con el señor Rovira fuese más distendido que de costumbre. Después de todo debo informarle de mi intención de abandonar nuestra sociedad y volver a mi país, lo cual supondrá un revés para sus intereses.

Tras su confidencia se detiene una vez más, revisa impaciente la hora y tuerce el gesto con patente frustración.

- Pero todo este lujo está pesando demasiado sobre mi conciencia. No me importa qué clase de noticias tendrá que dar nuestro anfitrión, ahora mismo mi único deseo es dar por finalizados nuestros negocios cuanto antes.- El señor Tessier te observa un momento antes de confirmar sus palabras.- Desconozco si usted se encontraba al tanto, pero la excusa del señor Rovira para reunirnos a todos bajo su techo es la de hacer un anuncio de cierta importancia. Y ahora, si me disculpa, tengo asuntos que atender.