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Escuchas a dos personas discutir, una voz masculina y otra femenina.
- ¿Dónde está Rovira? Él es nuestro principal objetivo, ¿por qué no se encontraba en el salón con los demás?- La voz del hombre denota impaciencia, probablemente sea uno de los asaltantes.
- Os entregaremos al señor tal como estaba acordado.- Responde una suave voz de mujer que reconoces como la del ama de llaves.- Pero lo haremos a nuestra manera, si hacen el favor de acompañarnos hasta el lugar donde se esconde.
- Muy bien, pero antes acabaremos con estos perros burgueses.
-¡No!- Al parecer Zoila Vargas detiene temporalmente las ejecuciones.- Todavía no, podrían sernos de utilidad.
Aún a riesgo de ser descubierto decides asomar la cabeza para observar la sala inferior. Dos grupos de personas discuten mientras los tres rehenes permanecen entre ellos, atados y de rodillas.
Delante de ti están los asaltantes, cuyo líder se dirige con tono autoritario al ama de llaves, rodeada de varios de los sirvientes cubanos.
- ¿Dónde está Rovira? Él es nuestro principal objetivo, ¿por qué no se encontraba en el salón con los demás?
- Os entregaremos al señor tal como estaba acordado.- Responde la suave voz de la mujer.- Pero lo haremos a nuestra manera, si hacen el favor de acompañarnos hasta el lugar donde se esconde.
- Muy bien, pero antes ejecutaremos a estos perros burgueses.
-¡No!- Zoila Vargas detiene la mano del asaltante instantes antes de que le vuele la cabeza al comisario Torres.- Todavía no, pueden sernos de utilidad.
24
Te encuentras de nuevo en el salón principal de la mansión, una impresionante estancia de dos alturas, en forma de óvalo alargado sin líneas rectas. Tres grandes lámparas modernistas cuelgan del alto techo decorado con mosaico. En la parte más alejada puedes ver una gran puerta doble de madera y vidrio coloreado que parece dar a una amplia terraza exterior.
La fiesta se halla en su momento álgido y la totalidad del salón principal bulle de actividad. Grupos de invitados empiezan a colarse por todos los rincones del gran salón, charlando animadamente, bebiendo y riendo. Los sirvientes caribeños se afanan por mantener las mesas y a los invitados bien atendidos, varios de ellos entran y salen del exterior cruzando las amplias puertas de madera.
Compruebas la hora, son las 9 y 15 de la noche y parece que el señor Rovira no tiene planeado hacer acto de presencia por el momento. Decides que no tiene sentido especular a ciegas sobre cuáles pueden ser las intenciones de vuestro anfitrión, por lo que vuelves a centrarte en tus posibles objetivos con la esperanza de averiguar algo más sobre los motivos de esta fiesta.