Al cruzar la puerta encuentras lo que parece ser la entrada a un sótano que ha sido excavado directamente en la roca de la montaña. El pasillo es húmedo y frío, y no puedes evitar estremecerte al avanzar.

La siguiente sala a la que llegas está tenuemente iluminada con velas a medio consumir. En el centro de la estancia, una horripilante estatua de una criatura vagamente humanoide proyecta largas sombras sobre las irregulares paredes de piedra.

Hay dos puertas cerradas a ambos lados de la estancia, y desde el extremo más alejado te llegan ecos de cánticos funestos a través de un estrecho pasaje.

Cuando las voces parecen haberse alejado, avanzas tras ellos intentando seguir los sonidos. No tardas mucho en encontrarte en una galería repleta de estanterías con libros. Varios cuadros y bustos de mármol adornan la estancia.

Hay una persona sentada en una de las butacas de terciopelo verde. Le reconoces, se trata de Luís Clotet, el joven anarquista. Lleva un revólver en la mano y parece estar montando guardia frente a una de las puertas, aunque su atención es bastante dispersa, como sumido en sus propios pensamientos.