Item Descripción Valor

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Sales al fresco del exterior y bajas las escaleras de la terraza hasta llegar a la entrada del ajardinado laberinto. Los ruidos de la fiesta quedan lejos y tan sólo las estrellas iluminan el cielo.


Apoyado junto a una de las estatuas está Luis Clotet, esperándote con gesto socarrón.


- Vaya, así que al inspector estrella le gusta aceptar provocaciones. ¿Vienes en busca de pelea, entonces? ¿o quizá estás aquí solo para hacerme ver el error en mis modales? Regañarme como a un niño y decirme lo que se puede o no hacer.- El joven da varios pasos por la gravilla del suelo mientras habla.


- El cuerpo de policía es una vergüenza, negligente y acomodado, siempre varios pasos por detrás de los hechos. Pero en tu caso la ceguera te ha puesto a salvo.


Una sonrisa siniestra cruza la cara de tu interlocutor instantes antes de que el terrible sonido de una explosión haga que te cubras la cabeza por precaución. Tras unos segundos en los que sólo se oyen gritos de terror, te das cuenta de que el estruendo proviene del interior de la mansión. Aprovechando la confusión, Luis Clotet se ha marchado.


Apoyado junto a una de las estatuas está Gerardo Aguilar, garabateando frenéticamente en el papel. Al verte cierra de golpe su libreta.


- Ah, inspector, me alegra que finalmente haya decidido encontrarse conmigo. El anuncio del señor Rovira sin duda me da para algunos titulares, pero una declaración del inspector estrella sin duda me hará vender más periódicos.- El periodista compone el gesto al ver tu seria mueca de disgusto.


- Por supuesto también me interesan los aspectos más humanos de la tragedia, claro, todo sea por dignificar la profesión.


El terrible sonido de una explosión hace callar al hombre a media frase mientras ambos os cubrís la cabeza con los brazos como protección. Tras unos instantes en los que sólo se oyen gritos de terror, te das cuenta de que el estruendo proviene del interior de la mansión.


5

Con un rápido movimiento sustituyes la copa del señor Merino por otra llena, tras lo cual su rostro se ilumina y vuelve a parecer dispuesto a hablar.


- Pues una cosa más le diré, todo el mundo cree que el señor Rovira es un huraño, pero la culpa la tiene esa extraña mulata que se trajo de Cuba.- Tu interlocutor hace una pausa y asiente seriamente con la cabeza, intentando revestir de veracidad sus confidencias.- Se habrá fijado ya en los sirvientes, todos tan solemnes, tan eficaces. Pero lo que no todo el mundo sabe es que a su vuelta también le acompañaba una mujer, de piel oscura y ojos tan negros que resulta difícil soportar su mirada.


El señor Merino se detiene, recorrido por un evidente escalofrío. Para tu desgracia, conoces algunas cosas sobre el horror, lo has experimentado de cerca, y puedes interpretar la reacción del funcionario municipal. Es la reacción de alguien que se siente atemorizado sin siquiera saber exactamente el por qué.


- En cualquier caso, mi amigo Alejo es un gran hombre.- El señor Merino intenta recuperar la serenidad bebiendo y riendo a la salud del anfitrión. Vuelve su atención un instante hacia tí y te guiña un ojo, buscando tu complicidad para hacerte una última confesión.- Además de generoso, por supuesto. Yo hago la vista gorda para facilitarle la burocracia y él se asegura de que nunca me falten fondos en los antros de juego ilegal. Como podrá comprobar nuestra amistad está sólidamente cimentada.