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No sabías si realmente no te habían visto, o si lo habían hecho pero no les habías llamado la atención... algo que seguro sucedería si de repente te dabas la vuelta e intentabas esquivarlos, por lo que, soportando a duras penas las ganas de salir corriendo, seguiste hacia delante.

¿Estabas caminando demasiado lentamente? ¿O acaso te movías demasiado rápido? ¿Eran tus movimientos demasiado rígidos? ¿Tu postura y tu empeño por ignorarles muy forzado? Las preguntas surgían una y otra vez en tu mente con cada paso que dabas. Sentías las miradas de aquellas abominables criaturas fijas sobre ti, observándote, evaluándote, juzgando si eras uno de ellos o si por el contrario eras algo distinto, algo que no dudarían en cazar y eliminar. Sin embargo, y contra todo pronóstico, no te detuvieron ni te molestaron, permitiendo que pasases y continuases tu camino, algo que hiciste con premura, acelerando el paso una vez te alejaste lo suficiente.

Por suerte para ti, no encontraste ningún impedimento más durante el resto del trayecto, además de que el lugar donde estaba oculta tu nave se encontraba completamente desierto. Tras observar a tu alrededor por última vez para asegurarte de que ninguno de aquellos malditos seres se encontraban por allí, desactivaste el desfase dimensional que ocultaba tu nave y entraste en ella. Una vez dentro, te pusiste manos a la obra en terminar la reparación, alineando el conmutador dañado y parcheando el relé principal con las piezas que habías conseguido. El tiempo corría en tu contra, pues eras consciente de que, sin el desfase, la nave no tardaría en ser detectada… pero sabías lo que hacías, y antes de que pudiesen detectarla, conseguiste terminar, despegar y abandonar aquel inmundo planeta, saltando al espacio civilizado en cuanto saliste de la atmosfera.

Aunque moverte por la noche era arriesgado a causa de la más que probable presencia de patrullas y controles, aun lo era más esperar a que amaneciese, puesto que no tenías forma de saber si la energía del camuflaje aguantaría... y sin él, no tenías ninguna posibilidad de escapar.

Así pues, cogiste las piezas que necesitabas para reparar tu nave y abandonaste la estructura abandonada que te había servido de refugio hasta el momento. A pesar de que la luz del satélite de aquel planeta apenas llegaba a la superficie debido a las densas nubes de contaminantes que cubrían el cielo, la oscuridad no era un problema, puesto que no eran pocas las luces que iluminaban los caminos… al menos los principales, en los cuales había multitud de aquellas horripilantes criaturas. No tantas como de día, claro está, pero aun así había bastantes, lo cual sin duda te dificultaría el poder darte cuenta de la presencia de alguna patrulla hasta que estuvieses casi encima.

Aunque también tenías la opción de ir por los caminos secundarios que serpenteaban entre las estructuras en las que vivían aquellos seres, caminos angostos, poco iluminados y menos transitados que tal vez te permitiesen llegar a tu nave sin cruzarte con ninguna patrulla.