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La urgencia por salir de aquel inmundo planeta, el temor a que las baterías se agotasen y la incertidumbre de lo que podías encontrar en los oscuros y angostos caminos que serpenteaban entre las construcciones de aquel lugar hicieron que decidieses ir por el camino principal… el cual, no se encontraba precisamente vacío.

¿Cómo podía haber tantos de aquellos seres vagando por ahí sin rumbo fijo cuando hacía ya horas que había anochecido? Eso por no hablar de la enorme cantidad de luces que había, no solo para alumbrar el camino, sino luces de todo tipo por las paredes de las estructuras que bordeaban el camino: parpadeantes, fijas, blancas, de colores… era inconcebible como aquellas criaturas podían soportar eso. Fue por culpa de todas aquellas luces que te distraían y de la cantidad de criaturas que había a tu alrededor por lo que no te diste cuenta de la presencia de una patrulla hasta casi toparte de frente con ella, lo que hizo que te detuviese un instante.

No podías quedarte allí parado o llamarías la atención de los miembros de la patrulla, pero dado que, según parecía, aún no te habían visto, podías dar la vuelta y esquivar la patrulla… o podías seguir tu camino, esperando que tu indiferencia te permitiese pasar sin que te detectasen.

11 ciclos.

11 angustiosa y terriblemente largos ciclos.

Ese era el tiempo que llevabas atrapado en aquel maldito planeta, sin nadie que pudiese ayudarte y en medio de millones de criaturas que, en caso de descubrirte, acabarían con tu vida sin dudarlo ni un instante… y eso si es que tenías suerte.

Eras consciente de que si habías logrado sobrevivir todo aquel tiempo era gracias al dispositivo de camuflaje que llevabas, el cual te permitía hacerte pasar por uno de esos grotescos seres, pues aunque eran bípedos al igual que tú y eso permitía que tus movimientos pudiesen adaptarse al camuflaje, ahí acababa toda semejanza, puesto que sus cuerpos eran completamente desproporcionados, con pieles de distintos y extraños colores y ni tan siquiera el número correcto de extremidades. Por desgracia la energía del dispositivo estaba a punto de agotarse, tendrías suerte si duraba otro ciclo más… así que debías de salir cuanto antes. Afortunadamente, el tiempo que llevabas en aquel horrible mundo no había sido inútil, puesto que, aunque con extrema dificultad y grandes dosis de suerte, habías podido ir consiguiendo lo que precisabas para poder reparar tu nave, y aquel ciclo, finalmente habías conseguido el último componente necesario. Ahora solo te quedaba regresar a ella… y esperar no haber agotado toda tu suerte, pues la iba a necesitar.

Podías intentar ir ahora, en plena noche, cuando menos de aquellos seres había fuera de las construcciones… aunque eso tal vez llamase la atención de las fuerzas de seguridad.

O podías arriesgarte y esperar al amanecer, sería más seguro moverse entonces… siempre que la energía del dispositivo de camuflaje no se agotase.