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No sabías si realmente no te habían visto, o si lo habían hecho pero no les habías llamado la atención... algo que seguro sucedería si de repente te dabas la vuelta e intentabas esquivarlos, por lo que, soportando a duras penas las ganas de salir corriendo, seguiste hacia delante.

¿Estabas caminando demasiado lentamente? ¿O acaso te movías demasiado rápido? ¿Eran tus movimientos demasiado rígidos? ¿Tu postura y tu empeño por ignorarles muy forzado? Las preguntas surgían una y otra vez en tu mente con cada paso que dabas. Sentías las miradas de aquellas abominables criaturas fijas sobre ti, observándote, evaluándote, juzgando si eras uno de ellos o si por el contrario eras algo distinto, algo que no dudarían en cazar y eliminar. Sin embargo, y contra todo pronóstico, no te detuvieron ni te molestaron, permitiendo que pasases y continuases tu camino, algo que hiciste con premura, acelerando el paso una vez te alejaste lo suficiente.

Por suerte para ti, no encontraste ningún impedimento más durante el resto del trayecto, además de que el lugar donde estaba oculta tu nave se encontraba completamente desierto. Tras observar a tu alrededor por última vez para asegurarte de que ninguno de aquellos malditos seres se encontraban por allí, desactivaste el desfase dimensional que ocultaba tu nave y entraste en ella. Una vez dentro, te pusiste manos a la obra en terminar la reparación, alineando el conmutador dañado y parcheando el relé principal con las piezas que habías conseguido. El tiempo corría en tu contra, pues eras consciente de que, sin el desfase, la nave no tardaría en ser detectada… pero sabías lo que hacías, y antes de que pudiesen detectarla, conseguiste terminar, despegar y abandonar aquel inmundo planeta, saltando al espacio civilizado en cuanto saliste de la atmosfera.

11 ciclos.

11 angustiosa y terriblemente largos ciclos.

Ese era el tiempo que llevabas atrapado en aquel maldito planeta, sin nadie que pudiese ayudarte y en medio de millones de criaturas que, en caso de descubrirte, acabarían con tu vida sin dudarlo ni un instante… y eso si es que tenías suerte.

Eras consciente de que si habías logrado sobrevivir todo aquel tiempo era gracias al dispositivo de camuflaje que llevabas, el cual te permitía hacerte pasar por uno de esos grotescos seres, pues aunque eran bípedos al igual que tú y eso permitía que tus movimientos pudiesen adaptarse al camuflaje, ahí acababa toda semejanza, puesto que sus cuerpos eran completamente desproporcionados, con pieles de distintos y extraños colores y ni tan siquiera el número correcto de extremidades. Por desgracia la energía del dispositivo estaba a punto de agotarse, tendrías suerte si duraba otro ciclo más… así que debías de salir cuanto antes. Afortunadamente, el tiempo que llevabas en aquel horrible mundo no había sido inútil, puesto que, aunque con extrema dificultad y grandes dosis de suerte, habías podido ir consiguiendo lo que precisabas para poder reparar tu nave, y aquel ciclo, finalmente habías conseguido el último componente necesario. Ahora solo te quedaba regresar a ella… y esperar no haber agotado toda tu suerte, pues la iba a necesitar.

Podías intentar ir ahora, en plena noche, cuando menos de aquellos seres había fuera de las construcciones… aunque eso tal vez llamase la atención de las fuerzas de seguridad.

O podías arriesgarte y esperar al amanecer, sería más seguro moverse entonces… siempre que la energía del dispositivo de camuflaje no se agotase.