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Al verse cuestionado, el joven parece dudar un instante antes de retomar la conversación con su habitual insolencia, pero sin poder ocultar un leve matiz defensivo.


- Mi nombre es Luís Clotet, mi familia tiene ciertos lazos con el señor Rovira, quien además es un hombre de mente abierta que no suele rechazar ninguna teoría, política o filosófica, por vanguardista que esta pueda resultar. Le conozco personalmente y fué él quién me hizo llegar la invitación.


Por un instante el joven universitario parece inmerso en algún tipo de debate interno.


- Pero me cuesta entender el motivo real de esta reunión, es algo impropio del señor Rovira hacer gala de semejante ostentación. En primer lugar porque es un hombre extremadamente celoso de su privacidad, pero también porque la convulsa situación actual recomienda no ofrecer grandes muestras de opulencia. ¿Acaso no recuerda los disturbios de la semana trágica, hace unos años? Por supuesto, esos altercados fueron debidos a un reclutamiento militar forzoso, pero la mecha de la indignación sigue ahí, dispuesta a encenderse bajo el mínimo pretexto. Y cuando eso ocurra ni usted ni todos los defensores de las corruptas normas que nos someten podrán detener la ira del pueblo.


El joven no hace ningún esfuerzo por ocultar su desprecio manifiesto.


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El comisario Torres apenas puede ocultar su asombro ante la magnificencia de la sala principal. Se trata de una impresionante estancia de dos alturas, en forma de óvalo alargado sin líneas rectas. Tres grandes lámparas modernistas cuelgan del alto techo decorado con mosaico trencadís. En la parte más alejada puedes ver una gran puerta doble de madera y vidrio coloreado que parece dar a una amplia terraza exterior.


Varios grupos de invitados conversan ociosos entre las mesas, servidas generosamente con viandas y refrigerios de todo tipo. Un sirviente se encarga de mantener los mostradores y a los invitados bien atendidos. Parece que todo el personal de servicio de la mansión está formado por robustos mulatos extremadamente eficientes, una muestra de exotismo que sin duda proviene del pasado cubano del señor Rovira.


- Creo que nuestro anfitrión aún tardará un tiempo en aparecer.- El comisario se ha sobrepuesto al impacto inicial y su atención está ahora totalmente dedicada a las bien surtidas mesas.- Como le decía, hable con la gente, muévase entre los invitados y déjese ver un poco. Nos encontraremos más tarde.


Mientras observas a los invitados en busca de personas con las que conversar, un reloj marca las 9 en punto.