Item Descripción Valor

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Te encuentras en una amplia terraza de mármol blanco con elegantes balaustradas y jardineras incrustadas de mosaico. Al igual que el interior este espacio se encuentra ocupado por bien abastecidas mesas alrededor de las cuales se arremolinan los joviales invitados.


Dos estilizadas escaleras descienden en semicírculo a cada lado de la terraza, salvando unos pocos metros de altura para alcanzar el patio inferior, cuya zona central está totalmente ocupada por un singular laberinto de arbustos perfectamente mantenido. Una pareja de espléndidas esculturas adornan las entradas al entramado formado por los setos.


El fresco aire nocturno hace evidente la privilegiada situación de la mansión, y resulta un agradable cambio respecto al cargado ambiente del interior de la sala. Alejados como estáis de la ciudad, el despejado cielo sin luna permite admirar con extraordinaria claridad las refulgentes constelaciones.


Observas con detenimiento a los diversos grupos de asistentes formados a tu alrededor. Tienes la sensación de que el entorno se presenta más relajado, como si estas personas estuviesen poco interesadas en los motivos del señor Rovira. Ves que son las 9 y 15 de forma que decides buscar a alguien con quien entablar conversación.


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- Buenas noches, señor inspector.- Aún no has acabado de examinar el amplio abanico de invitados diseminados por la terraza cuando te ves sorprendido por una suave voz femenina. Giras inmediatamente sobre ti mismo para encontrarte frente a una atractiva joven con un llamativo vestido, largo y entallado, de color rosa pálido. El sofisticado recogido de su pelo está adornado con un tocado de flores a juego con los bordados de la falda.


- Disculpe mi atrevimiento, pero creo haberle reconocido por las fotos en los periódicos.- La mujer te observa con ojos vivaces y confiados, como si le divirtiera tu expresión de sorpresa ante su interrupción.- Es usted el famoso inspector Espasa, ¿verdad? Oh qué emocionante, mis amigas se morirán de envidia cuando se lo cuente. Mi nombre es Inés Valverde, y ninguna fiesta en esta ciudad está completa sin mi asistencia.


La joven te tiende la mano en un gracioso gesto mientras continúa parloteando atropelladamente sin apenas darte a tiempo a intervenir. Realmente parece encontrarse en su elemento, así que quizá merezca la pena dedicarle unos minutos.