Recorres con pasos precipitados las calles anegadas de bruma. Ni aunque dispusieras de varias noches podrías registrar todas las casas.

Al lado del pequeño cementerio se alza una caseta con salida directa a él; supones que ahí debe vivir el sepulturero. Justo al lado, como si dependieran la una de la otra, se alza una casa algo más ufana con un báculo de Asclepio, el símbolo de la medicina, pintado encima de la entrada. Debe tratarse de la vivienda del cirujano, a juzgar por el sinnúmero de utensilios filosos alineados en las paredes que vislumbras por las ventanas de la planta baja. La carnicería se encuentra en una calleja secundaria; su amplio ventanal exhibe un mostrador mugriento y una hilera de reses descuartizados colgando detrás. Al final de esta misma calleja hay una casa rodeada por una ámplia franja de jardín. Un letrero de madera colgado de un poste al lado del camino de entrada reza: herboristería.

¿Dónde buscarás?