Vaya sorpresa tan grata que me he llevado con este libro. No conocía a la autora pero vi una mención de pasada en un artículo sobre historias de terror y me llamó la atención la referencia. Empecé a leerlo sin saber con que me encontraría y terminé por devorarlo en dos sentadas. Hacía mucho tiempo que una historia no me tenía tan enganchado por saber que estaba pasando realmente.
Es una historia de terror, de fantasmas, de brujería... pero sobre todo de odio. De un odio enorme que se te mete en las entrañas y tiene que salir por algún lado, arrasándolo todo a su paso. Y sus protagonistas, que narran la historia de forma alterna hablándole directamente al lector, son capaces de transmitir todo ese odio de forma brutal, a bocajarro. No buscan tu empatía, ni siquiera que las comprendas más allá de que sepas que el odio a veces es imparable y este mundo es una mierda en el que siempre hay un quien pisa y quien es pisado. Y que bocas veces cambia la bota de pie.
Y de trasfondo la historia del horror en la que los fantasmas no son más que una pálida sombra de la maldad de los vivos.
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