Si The rising era una novelita de zombies bastante fuerte en la que lo que más importaba era el número de cadaveres por página y masacres por capítulo, en su secuela el autor lleva esta máxima al infinito y se olvida de argumento, dotando solo una serie de escenarios para que los cadáveres puedan hacer escabechinas, explicar de donde vienen y cuales son sus objetivos de una forma bastante lamentable [spoiler]Demonios judeocristianos de otra dimensión. Y en cuanto posean todos los animales de la tierra, tendremos árboles zombie. [/spoiler], y lo que es peor, se dedica a humanizar (o más bien, dotar de vicios y defectos humanos) a los zombies, cosa bastante ridícula ya que su objetivo era acabar con toda vida, y desaprovechar un ambiente claustrofóbico, como era ese rascacielos y ese trasunto de Donald Trump con complejo mesiánico, para que un montón de personajes nuevos se paseen por ahí, no hagan gran cosa y acaben siendo masacrados. Quizá lo menos perdonable es que ni el autor acaba atando bien sus propios cabos argumentales [spoiler]por ejemplo, el "más que el infinito" del libro anterior parecía ser una pieza clave que ¡plof! aquí ni se menciona[/spoiler] y que para rematar la historia acaba recurriendo al deus ex-machina de [spoiler]Los personajes se mueren todos. Pero los salva dios[/spoiler], cosa que aún podría pasar y dejarlo como una novela muy pesimista, pero el epílogo, con la hierba zombie mecida por el viento (seguramente zombie también) y el árbol zombie echando a andar ya es de juzgado de guardia.
El primero tiene un pase, este no. Mejor dejarlo en la estantería de la tienda y disfrutar con la locura y excesos de The rising.
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