Es una buena novela, incluso una muy buena novela. La descripción y puesta en escena del Londres victoriano es sencillamente increíble. Las calles y la gente sucias, el latrocinio, las putas, las enfermedades venéreas (muy ligadas a lo anterior), la pobreza, la contaminación... esa pátina de hollín cubriendo la ciudad que se extendía cada vez más y más, absorbiendo otras poblaciones, como una especie de cáncer urbanístico y empresarial.
La historia gira, evidentemente, en torno al robo del tren. El oro se guarda en dos cajas Chubb (una empresa famosa de ese mundillo) y viaja dentro de un tren con incontables medidas de seguridad que Pierde (y los suyos) tendrán que ir reventando para poder acceder al dinero. En todo momento el libro mantiene un ritmo delicioso sin desmerecer por ello una cuidada y detallista descripción que realza ese toque victoriano, ese enfoque decimonónico que lo inunda todo.
El desarrollo de caso es muy atento, los personajes usados poco más que como herramientas, como engranajes de un personaje mayor que es el robo en sí.
Me gusta especialmente cómo se hacen referencias al juicio, cómo se reconstruye todo para nuestro uso y disfrute. La actitud chulesca y arrogante de Pierce ante las preguntas. Y Myriam y Agar, los dos pilares maestros de Pierce. Cómo se introducen en el plan, cómo sus acciones —y a veces sus errores— obligan a hacer pequeñas (o grandes) modificaciones manteniendo siempre la misma y ansiada meta.
Después de haberla leído (varias veces), la recomiendo sin reservas. Para amantes de las tramas detallistas.
parece muy buena, valdria la pena buscarla
La nota :D