Como parte de mi ciclo de lecturas de infancia que, según algunas amigas (empezó siendo una y ya son tres...) , todo niño debería haber leído, me puse con El misterio de los hijos de Lúa, de Fina Casalderrey.
He leído el libro en gallego, porque así ha llegado a mis manos, en la edición naranja de
El barco de vapor; es decir, la destinada a mayores de 9 años (lo leí porque superaba los prerrequisitos, claro). He de admitir que
Un agujero en la alambrada me dejó un sabor de boca difícil de igualar, con aquel juego de escenas que eran a la vez para niños y para adultos, así que cogí este con algo de desconfianza.
Sobraba.
Admito que no me pareció tan buen libro como el del francés Sautereau, pero tiene un toque adorable difícilmente igualable.
Lúa, la adorable gata, es el centro de cada capítulo, aunque sea David la cámara activa que nos cuenta todo y el que va tejiendo el argumento con sus acciones. Todo gira en torno a la gata preñada, los gatitos que va a tener y la obsesión por descubrir qué pasó con los anteriores. Muchos de los pasajes del libro, como bien se puede suponer, están narrados con una ternura que lo envuelve todo, que prima sobre el resto. El libro busca esa sensación hermosa, tranquila... hogareña y triste, busca la alegría y la tristeza, en escenas ultra costumbristas interpretadas por un filtro de divertida ignorancia infantil.
El lector asiste a la información que, a los pocos, van obteniendo los niños de sus pesquisas. Es Lúa lo que importa, y a ellos no les importa meterse en problemas por descubrir al infame ladrón de gatitos. Aunque el tono de aventuras suele ser agradable, hay capítulos tristes (y eso que son flashbacks y uno sabe que nada realmente terrible puede pasar, pues conoce la situación actual desde el principio) como el de la terrible enfermedad que padeció la gata o cuando no la encuentran, o casi al principio, cuando los niños y Lúa buscan tristes y medio desesperados a los gatitos.
Me sorprendió gratamente que el final no fuera el esperado y cómo la señora Casalderrey hace caso al maestro Hitchcock y presenta todas las posibilidades, en mayor o menor medida, en las primeras páginas. Cuando acabó, aunque yo había apostado por otra posibilidad —que también se da en el libro—, no pude dejar de reconocer que los elementos, al menos, habían sido presentados. Claro que, poniéndose tiquismiquis, uno podría seguir desconfiando de la explicación que se da.
Es un buen libro y me parece una lectura preciosa para niños. Pero está claro que este va perdiendo con la edad y no es igual de disfrutable en una franja que en otra. Hace 15 o 16 años habría sido de mis favoritos, casi con toda seguridad. Es, sencillamente, adorable (en realidad es "curriño", para los que lo entiendan de verdad).