Esta es la segunda novela de Anno Drácula, en la que relataban cómo el Conde conseguía acceder al trono de Inglaterra y, pese a los esfuerzos de los protagonistas, el vampirismo acababa por ser una condición habitual y hasta buscada voluntariamente en determinados estratos sociales.
Aunque en este libro no aparezca su protagonista habitual, la vampira medieval Geneviève (que demuestra que pese a que los vampiros ya existían antes de Drácula, este fue lo suficientemente listo como para hacerse el amo del cotarro), sí aparecen otros personajes igual de interesantes y, quizá por la falta de uso, menos resabiados: una vampiro periodista y sufragista, un superviviente del primer libro…y sobre todo, un montón de personajes conocidos por la cultura popular, aunque sea de refilón, como es habitual en el autor: a lo largo del libro se pueden ver actuar a gentes como el Doctor Caligari, el doctor Mabuse, Herbert West e incluso a Edgar Allan Poe, aquí convertido en vampiro y biógrafo forzoso del Barón Rojo.
Obviamente, no se trata de un gran libro, ni una obra más ambiciosa como podría haberlo sido Crónicas Vampíricas de Rice (por mencionar otra saga con chupasangres): precisamente la ventaja de este es su falta de todo tipo de pretensiones, y que su único objetivo sea ofrecer acción, unos personajes medianamente desarrollados, y sobre todo, la posibilidad de entretenerse un buen rato jugando al “quien es quien” con los personajes secundarios.