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Guardianes de la noche se ha dado a conocer por la película rusa del mismo nombre y su secuela (Guardianes del día), unas películas de género fantástico bastante curiosas en el que presentan dos bandos de magos enfrentados en el Moscú moderno.

Las películas están basadas en una serie de novelas de Sergei Lukyanenko, un escritor nacido en Kazajistán (ehm..¡como Borat!) y afincado en Rusia. Y lo de “basadas” es algo muy relativo, porque quien busque la versión impresa de lo filmado, no va a encontrarlo: la historia que cuenta el autor es completamente distinta, si bien los personajes siguen siendo los mismos: tenemos a Anton, a Sveta, a Olga y a Hesser, aunque en ocasiones la personalidad de estos también varía respecto a la película.

Lo más llamativo es que el mundo que presenta el autor es todavía más prosaico de lo que podría esperarse: los guardianes tienen escuelas en las que estudian magia, de una forma bastante alejada del mundo “mágico” que se podría esperar en Harry Potter y otras sagas fantásticas. De hecho el protagonista revisa sus apuntes a menudo para no olvidar las cosas. Y el funcionamiento de los Guardianes de la noche (el grupo de magos “buenos”, si se les puede llamar así) recuerda más al de una oficina: está el jefe, el compañero que parece haber estado en todas partes y tener anécdotas de todo, el ligón, la empleada más joven...Incluso la forma de tratar la magia recuerda muchísimo al Mago de Mundo de Tinieblas, con las realidades solapadas a las que no se puede acceder más que unos minutos.

El argumento resulta un poco confuso, ya que suele ser un hilo que los personajes van desgranando para darse cuenta, de una forma bastante pesimista, de que han sido víctimas de una gran manipulación para servir a una causa mayor. Los personajes transmiten en todo momento una sensación de desengaño y resignación.

Podría considerarse que está dentro del género de fantasía urbana, aunque es bastante superior a muchos libros que han salido últimamente.