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Historias de Cronopios y de Famas superó todas mis expectativas siendo, probablemente, el libro más hermoso que he leído nunca. En cada página, en cada una de ellas, encontraba algo que llamaba mi atención a extremos pocas veces vistos. Una palabra, tal vez una frase entera o un párrafo. Tal vez un cuento entero. Sencillamente increíble.

Personalmente, me quedo con Material plástico, que es el bloque que más me cautivó. Me pareció magnético, atractivo... asombroso. En sus relatos tremendamente surrealistas me sumergí por completo, recreándome en sus intrincadas descripciones (yo, que ni siquiera disfruto, normalmente, de las descripciones). Relatos como Las líneas de la mano, Tema para un tapiz o Acefalia son deliciosos, sin duda alguna.

Respecto a Ocupaciones raras, los relatos más realistas, he de decir que fueron los que menos me atrajeron. Están bien y son más que cumplidos, puede que me queje por mera comparación o porque, sencillamente, no conseguí encajarlos bien entre los demás relatos, todos mucho más lejanos. No lo sé, pero me resultaron poco frescos aunque sí me gustó Conducta en los velorios. Siempre pensé cosas parecidas.

Manual de instrucciones hace lucir una densa y atractiva adjetivación que contribuyen a detallar por completo las escenas que Cortazar quiere hacer ver. A este bloque pertenece Instrucciones para dar cuerda a un reloj, que una empresa de coches utilizó para un anuncio hace no mucho, poniéndolo en boca de todo el mundo, aunque en esta televisiva versión, quitaron cosas y lo hicieron un poco más activo. Os dejo ambos:

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj:

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Y aquí su versión en el anuncio del Seat León:

En Historias de Cronopios y de Famas se podría decir que se define un escenario cruel en el que estos personaje se muestran muy enfrentados. Se odian. Y es difícil, diría, no sentir apego por los Cronopios.

Mi más sincera recomendación.