Con un punto de partida tan interesante igual que poco conocido como pueden ser los autómatas del siglo XVIII, La máquina de ajedrez es una novela más de ficción que histórica, ya que poco se sabe del famoso autómata Turco que la inspira.
La trama principal la constituyen tanto el desarrollo de la máquina como la aparición de su verdadero cerebro (protagonista de la historia), como, finalmente, algo más cercano a las intrigas de la corte y varias menciones al contexto histórico (especialmente conflictos bélicos), además de algunas sociedades secretas (bueno, sociedad: los masones) y los gobernantes de los distintos Imperios.
Lo cierto es que, a menos que alguien se interese por este tipo de novelas, no es que me haya gustado mucho: hay mucho personaje estereotipado…especialmente en cuanto a libertinos con peluca, intrigantes y sobornadores varios, y el protagonista se pasa la mitad del libro teniendo crisis de culpabilidad religiosa. De hecho, algunos de los párrafos más divertidos son aquellos en el que uno de los criados se inventa todo tipo de historias fantásticas respecto a la creación de la máquina de ajedrez, y finalmente, las referencias a otros autómatas que todavía siguen hoy en activo en museos de Centroeuropa.
Me gustó, no lo niego, aunque me costó bastante pillarle la gracia mientras lo leía. Se me hizo muy pesado al principio, aunque al final me pareció que mereció la pena su lectura.
No es una obra maestra, pero se deja leer. Va mejorando capítulo a capítulo, y una vez que te has leído las 100 primeras páginas, que son aburridillas, el resto te lo lees en un momento.