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Una novela juvenil, metida de lleno en el género steampunk. O no tanto si nos ponemos picajosos, ya que la maquinaria que aparece va con gasolina. La acción es bastante rápida y no tardan ni un par de capítulos en presentar a los personajes y prácticamente, empezar la guerra, aunque en ocasiones resulta un poco atropellado. El estilo es más bien narrativo y las caracterizaciones de los personajes, bastante básicas. Principalmente se debe a que el peso visual de la historia recae sobre la parte ilustrada, que acaba siendo el principal reclamo para los potenciales lectores más mayores. De hecho, casi podríamos decir que se apoya un 50% en la narración y 50% en ilustración: en lo tocante a las partes más complejas, como podría ser presentar las maquinarias del imperio Austrohúngaro y las naves biomecánicas de los británicos, se limita a presentarlas casi como “un tanque dotado de patas mecánicas y artillería pesada” o “una medusa” para dejar que el dibujo haga todo el trabajo…cosa que consigue bastante bien, porque esa parte gráfica es impresionante.
La historia da más o menos lo que promete su argumento: un relato de aventuras en una Europa imaginaria, orientado especialmente a los lectores más jóvenes.