La trilogía Millenium ha sido el best seller del último año. Aunque la palabra esté un poco descalificada, es un libro que no está del todo mal…Pero que tampoco es la maravilla de la que habla todo el mundo.
La estructura está pensada para enganchar a un público muy variado, desde adultos que se interesen más por las andanzas de Mikael Blomkvist a gente más joven que guste de las monerías de Salander. De hecho, hasta la mitad de la historia ambas tramas permanecen bastante separadas, lo que hace que el argumento se ralentice un poco. Supongo que se trata más bien de un defecto típico por la presentación de los personajes necesaria en el primer libro y que en la siguiente entrega lo subsanarán. Se trata de una trama bastante sórdida, con asesinos en serie de por medio y familias corruptas, en la que el tema central es la violencia contra las mujeres y la contraposición entre ser una víctima o rebelarse, aún a costa de abandonar su identidad o desafiar las leyes.
Los personajes, como decía al principio, están bastante diferenciados: el periodista maduro que se enfrenta a una encrucijada, ética y profesional, que una vez más debe usar sus dotes de investigación gracias a las cuales lo apodaron como al personaje de Astrid Lindgren. Parece emitir sosería por todos los lados, por lo que el autor recurre a la solución más bien floja de meterlo en el menage à trois más descafeinado de la historia de la literatura. Por otro lado, está la outsider, hacker, posible síndrome de Asperger e incapaz de relacionarse con los demás, capaz de las mayores genialidades y las peores atrocidades, que acaba haciéndose con la simpatía del lector y dejándolo con ganas de saber qué sucedió cuando pasó Todo Lo Malo, como ella misma se refiere.
En conjunto resulta una trama policiaca, muy sórdida y en ocasiones bastante fría, que sirve de introducción a los personajes y deja con ganas de saber cómo continuará.