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Una versión un tanto Mary Sue del Doctor Jekyll y Mr Hyde. Mary Reilly es una pobre criada que acaba sirviendo en la casa de un afamado pero torturado doctor, Henry Jekyll.

Enseguida, como era de esperar, el doctor fija sus ojos en la joven criada, pero como él es un caballero de los pies a la cabeza, no le pone ni una zarpa encima, no vaya a ser que el servicio comente... en su lugar decide inventar una droga para hacer mejor a las personas, ya que bueno, total, si no podía escaquearse con la criada poco más tenía que hacer.

La droga no resulta lo que esperaba, y en vez de hacerlo aún más bueno (porque el tío es taaan bueno que en vez de usar cobayas, la usa sobre sí mismo primero), lo que hace es transformarlo en un hombre cruel, el hombre que él querría ser si no tuviese tantos dilemas morales. 

Y este sí que pone zarpas sobre la pobre Mary, vamos, zarpas y lo que no son zarpas. Y cuando ella no se deja, la humilla, porque el tío es malo con narices, que para eso está drogado. Total, que Jekyll le pilla el gustillo a eso de automedicarse y lo hace cada noche, convirtiéndose en el señor Hyde con efectos nefastos cada vez que sale a la calle a hacer de las suyas. 

No es un libro memorable, pero tampoco está mal. Me lo leí en una tarde apenas. Para variar, este libro está descatalogado, pero aún se puede encontrar de segunda mano buscando bien, y en algunas bibliotecas también puede dejarse ver.