Una muestra de la hasta hace poco desconocida ciencia ficción rusa, quizá más conocida por el nombre de Stalker (entre otras cosas, porque con el otro título lo mismo podía ser una obra de Chejov), en la que se retrata, desde una óptica pesimista, los efectos de la visita alienígena a la tierra. Ese pesimismo viene dado por la posible explicación de esa visita: no pretendían conocer a sus vecinos, ni invadir el planeta, ni siquiera iluminar a la humanidad con sus conocimientos: solo se pararon a tomar algo (o lo que quiera que hagan los alienígenas) y dejar sus desperdicios.
La visión de las Zonas devastadas también tiene su reflexión: pese a ser una novela de los setenta, y estar ambientada en Occidente, uno no puede evitar recordar las zonas devastadas por la explosión del reactor en Chernobil cuando describen los paseos por las Zonas y su búsqueda de material. De hecho, los descendientes de los stalkers suelen presentar curiosas malformaciones y enfermedades degenerativas.
Sin embargo, el final, a pesar del pesimismo que inunda toda la novela, deja la posibilidad de cierta esperanza para un mundo así. A fin de cuentas, el protagonista, aunque sea por su propia falta de decisión, consigue lo que la humanidad realmente necesita. O tal vez no.
La leí cuando era un pequeñajo y recuerdo que me impresionó el concepto de aprovechar como superciencia los desperdicios dejados por los extraterrestres. Por desgracia no recuerdo mucho más de la novela, un par de escenas, así que ni la puedo puntuar ni comentarla con el detalle que merece.
La pelicula es tambien una joya. Tiene bastantes cambios respecto al libro pero vale la pena
Tiene pinta de ser interesante, aver si lo veo en mi biblioteca...