Libros

Ya se que dije en la anterior (y primera) de mis críticas que eso de que a alguien le den el Hugo lo podemos coger un poco con pinzas.

Vale, al señor Frederik Pohl le soltaron el premio Hugo por esta novela en el año 1978. Claro que también le soltaron, el mismo año, el Locus y el John W. Campbell. Y el año anterior, el Nebula. Eso es sacarse la polla y lo demás son tontunadas.

Por comparar, a "El problema de los tres cuerpos" le soltaron el Hugo, pero no los demás. Poniendo un símil cinematográfico es como si una película se llevase en el mismo año el premio BAFTA, Golden Globe, premio de la crítica de Nueva York, Leon de oro de la Mostra, Bota de oro de la chanpion lig y MVP de las finales de la NBA.

Vale, concluimos que mucha gente pensó que esta novela era buena. ¿Pero lo es?

Respuesta corta, SI. Así, con mayúsculas.

Respuesta larga.

Es una novela escrita de una manera inteligente y muy vanguardista. Utiliza continuos flashbacks (o flashforwards, depende del punto de vista que tengas) para narrar los hechos que han llevado a un millonario llamado Robinnette Broadhead, salido de la más terrible pobreza de una mina de esquistos,  a terminar en el psicoanalista (un programa de ordenador con sistemas de realidad virtual que actúa como tal). Tiene todo lo que puede desear un hombre en un mundo que nada en un cuasi apocalipsis debido a la sobreexplotación de los recursos terrestres. Tiene dinero, coches, propiedades, fama, comida y mujeres jóvenes y atléticas para solazarle. Entonces... ¿Qué le ha llevado al psiquiatra?

Pues lo que le ha llevado al psiquiatra ha sido su aventura en "Pórtico".

La humanidad, al borde de la hecatombe, descubrió en Venus restos de una antigua civilización No Nativa de Venus, que había habitado allí hacía mucho tiempo. Después encontraron algo todavía más interesante. Un asteroide artificial, repleto de naves que no entendieron como manejar. Solo se las podía hacer funcionar con el piloto automático. Ir y volver. Saltar al hiperespacio y regresar. Sin tener ni idea de a donde se iba. Ni si se iba a volver. Porque muchos no vuelven, o vuelven terriblemente heridos. Pero algunos tienen suerte y vuelven con restos tecnológicos que les ofrecen unas regalías de por vida que les permitirán no trabajar nunca más.

Lo dejo aquí para no seguir destripando el argumento. Tranquilos, no he dicho nada que no podáis leer en las solapas de la novela.

Que está, maldita sea, maravillosamente escrita. Al principio pensé que me había descargado un fichero corrupto (la leí en mi libro electrónico), pero no. Todos esos anuncios insertados en medio de la narración son genialidades que te van dando pildoritas de la realidad en la que vive el protagonista, un aterrador mundo donde la gente vende sus propios órganos para que un miembro de la familia pueda recibir tratamiento medico, donde el dinero lo es todo (¿os suena, verdad?). 

El argumento es, salvando algunos detalles que se volvieron anacrónicos, creíble, fluido y sin huecos groseros. Los personajes se desarrollan y mantienen en su premisa fundamental. Y con la narración llegamos al origen del trauma del personaje. La trama en el asteroide nos hace evocar el sentimiento de lo que de verdad mueve y siempre moverá a la humanidad. La curiosidad.

Cerré el libro con la sensación de no haber perdido el tiempo, de que esa novela enseña, entretiene y cumple su objetivo. Unos premios muy bien merecidos, señor Pohl.

Y no mucho más que decir. Os recomiendo encarecidamente que lo leáis y me digáis luego, si estáis de acuerdo conmigo.