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Réquiem por un campesino español

Drama Histórica
Por Albos

Mosén Millán recuerda la vida de Paco mientras prepara una misa de réquiem por el aniversario de su muerte.

Paco, el del molino

Mosén Millán es el cura de un pueblo aragonés y Paco es el hijo de un campesino. La novela detalla los momentos clave de la vida de Paco, que se convierte en un hombre puro e idealista, adorado en la aldea. Ambos se llevan bien desde que Paco era Paquito, aun a pesar de que su padre no celebraba precisamente que su hijo tuviese tanto trato con el sacerdote.

«El que se muere, rico o pobre, siempre está solo aunque vayan los demás a verlo. La vida es así y Dios que la ha hecho sabe por qué.»

Pero Sender nos guía por esta historia a través de la memoria de Millán. Es bajo su filtro como conocemos a Paquito y lo vemos crecer, formarse, definirse, enamorarse y, llegado el momento, tomar, como el propio Millán, unas decisiones que precipitarán la muerte del carismático campesino.Un filtro complicado y dual. Millán, reprensente de la Iglesia, es uno de los principales
responsables del retrato social que se hace en la novela. El peso de sus decisiones, que llevaron a
un resultado no deseado, seguro que retrata a mucha gente; pero a pesar
de ver ahí su humanidad, también asistimos a su visión resignada ante el
sufrimiento ajeno en general. Una dualidad que, hasta cierto punto, podemos ver en otros, como la Jerónima, el
zapatero o el monaguillo.

Costumbrismo español

Pero la historia de Paco, interesante en sí misma, es poco más que una excusa para llevarnos al rural español de los años 30 y a ver cómo se vivió el estallido de la guerra civil. Todos, o casi, la hemos estudiado o hemos leído y visto diverso material sobre ella; pero Sender acierta en su retrato sin ornamentos de ese rural tan desconectado, en el que las cosas pasaban a su ritmo entre los rumores de lo que había pasado o dejado de pasar en la capital, hasta que de pronto había persecuciones, tiros y cunetas.

«Las esposas protestaban, y ellos decían riendo que había que emborrachar las camisas para darlas después a los pobres. Con esa expresión —darlas a los pobres— se hacían la ilusión de que ellos no lo eran.»

Réquiem por un campesino español tiene una prosa apenas sin filigranas, muy del gusto de la literatura de posguerra, y Sender se apoya en un estilo seco y aparentemente sencillo, aunque el ritmo tan meditado en que desvela los acontecimientos y la reducidísima extensión de la obra evidencian la maña como narrador del autor chalamerino, que es capaz de reflejar en las gentes del pueblo la situación de la España de la época con sorprendente profundidad.

Conclusión

Sé que a menudo se oyen quejas sobre la obsesión del arte español por la guerra civil, pero creo que Réquiem por un campesino español es una obra muy recomendable y que su sucinto formato puede facilitar que lectores dubitativos se acerquen a sus páginas.


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