La verdad es que para ser sinceros no esperaba demasiado de esta cinta, es una de estas películas que voy a ver al cine sin demasiada esperanza después de haber visto ya todas las que me interesaban, pero había quedado con una amiga y no tenía nada mejor que hacer así que guiándome sólamente por la frase que aparece en el cartel me dispuse a entrar a ver algo de lo que no esperaba gran cosa, por suerte me equivoqué.
Camino es una película muy emotiva, de la que incluso se podría decir que el director trata de jugar con los sentimientos de los espectadores para que se emocionen fácilmente, pero aún así creo que lo hace de forma magistral. Durante toda la duración de la misma te ves envuelto en un manto de emociones que te guían a través de las experiencias de una familia del Opus Dei cuya hija se está muriendo.
Pero más allá de todo eso Camino también es una preciosa historia de amor, pero de un amor puro que prácticamente tenía olvidado de los tiempos de la juventud. La verdad es que me trajo muchísimos recuerdos, me emocionó hasta el punto de hacerme llorar (y no sólo cuatro lágrimas sino llorar de verdad) y me maravilló con el tratamiento que le dieron a los sueños de la protagonista, llenos de fantasía, luz y color.
La interpretación de la mayoría de actores es bastante buena, aunque especialmente me llegaron el padre y el capellán del hospital (este último galardonado con un Goya), pero sin duda destaca especialmente Nerea Camacho con una interpretación capaz de expresar con cada célula de su cuerpo lo que está sintiendo su personaje, una interpretación que va mucho más allá de la de los últimos niños estrella que se han ido viendo y que merece al 100% el Goya que ha recibido.
Por lo demás simplemente dejaros las notas de Javier Fesser sobre la película, que expresan muy bien lo que ha intentado conseguir (y bajo mi punto de vista ha conseguido):
CAMINO es una historia de amor, del primer amor, el que jamás se olvida, el que no exige nada y hace que las montañas se desplacen. Una aventura del corazón humano en la que convergen de forma perturbadora la salud del cuerpo y la salud del alma, el dolor y la felicidad, la fe y la razón, la paz y el miedo, la luz y la oscuridad. Todo eso, sin abandonar nunca la realidad porque hasta el mundo de los sueños y pesadillas de la protagonista pertenece a lo real. Lo que ocurre en nuestra cabeza mientras dormimos también existe y está estrechamente relacionado con lo que nos ocurre mientras no lo estamos.
Es una película de personajes de carne y hueso, de ideologías, de posiciones diferentes ante la vida, de puntos de vista a veces tan enfrentados que al convivir destapan inevitablemente sus contradicciones. Los unos y los otros. Todos, excepto el de Camino, un ser extraordinario y luminoso que desde su insospechada madurez toma la más hermosa e inteligente de las determinaciones: la búsqueda sin descanso del amor verdadero.
A partir del conocimiento de un hecho real, lo que comenzó siendo una exhaustiva labor de documentación sobre muchos otros casos de “olor de santidad” y sobre el verdadero modo de operar del Opus Dei, terminó siendo un apasionante trabajo de investigación en torno a los sentimientos íntimos de las personas. Conocer en profundidad los testimonios y las experiencias de quienes piensan tan diferente a uno mismo es muy enriquecedor cuando, lejos de derribarles, tratas de meterte en su piel. De esta manera he llegado al convencimiento de que yo podía haber acabado siendo cualquiera de los personajes de esta película. Cualquiera.
Ojalá haya conseguido transmitir todo lo que estas historias me han sugerido alejado de estereotipos y prejuicios, dejando espacio al espectador, porque mi posición es justo la contraria a la que el título sugiere: nada más lejos de la intención de la película que marcar un camino, señalar a nadie, o decidir quién está en lo cierto y quién no. Lo único que esta historia denuncia es la actitud de aquellos y aquellas que se empeñan en evangelizar y vender a los demás su punto de vista, sea para alabar a san Benito, sea para hablar catalán o sea para pertenecer al Real Madrid.
CAMINO es para mí una historia llena de vida y, como consecuencia, una demoledora lucha contra la tristeza.
Sobre el proyecto
Conocí la historia de una adolescente madrileña actualmente en proceso de beatificación hace 20 años, por casualidad, a través de un libro que relataba el proceso de su penosa enfermedad pero que trataba, sobre todo, de la entereza de la niña y su familia ante el dolor y la muerte. Eso fue el inicio de todo, ya que aquella historia desencadenó en mí la curiosidad y la necesidad de encontrar las respuestas a cosas que yo soy incapaz de comprender: ¿qué significa “ofrecer” el dolor?, ¿cómo se puede aceptar que la desgracia es fruto y señal del amor de Dios?, ¿cómo se puede morir feliz a los catorce años?, ¿cómo actuaría yo ante una tragedia similar?
En mi búsqueda me encontré con la historia de Montse Grases, otra adolescente que en su lecho de muerte pidió la admisión en el Opus Dei, la historia de Bernadette Soubirous, la vidente de Lourdes que jamás deseó su destino, la de los pastorcillos Lucía, Francisco y Jacinta, a quienes la Virgen confesó sus secretos, la historia de Mari Carmen García Valerio, la niña que “se entregó a Dios”, la vida de Santa Teresa de Lisieux y muchos otros que se sintieron privilegiados con el sufrimiento porque vieron algo hermoso en él. Pero estos personajes también me han conducido hasta otras historias mucho más cotidianas que me han permitido reconstruir con rigor y precisión el paisaje dónde todo esto presume de tener especial sentido: el Opus Dei.
Se trata del testimonio y las experiencias de muchísimas personas que pertenecen o han pertenecido a este entorno y que me han permitido indagar en el oscuro y hermético mundo de esta institución que legalmente se denomina “prelatura personal”. De todo ello no me han interesado los datos, ni los comportamientos, ni siquiera las creencias. Sólo he indagado en torno a los sentimientos de esas personas porque todas ellas, cada una a su manera, buscan exactamente lo mismo: la felicidad. ¿Y quién no?
CAMINO pretende ser una historia objetiva, sin prejuicios ni estereotipos. Una película espaciosa que muestre la realidad sin juzgarla. Casi una radiografía. Por eso precisamente se permite el lujo de ser nítida, directa y contundente.
Sali estremecido del cine....no se si era el objeto de el film pero consigue crear senrtimientos en el espectador y ese es el objetivo de toda peli
Bueno esto es una opinión meramente personal, porque la verdad es que aunque cuando veo una película intento siempre ser objetivo y valorar cada apartado de la película por separado, el cabreo inducido por algunos personajes me saturó.
Vamos, que es que ni siquiera la recuerdo en plan "que buen actor/actriz y que bien hacía de malo". Sino directamente la sensación de cabreo puro y duro, tanto que no se si la volvería a ver, y ya digo que no porque me parezca mala, sino por el regusto que me dejó.
Supongo que vi menos la parte de la fuerza del amor que la parte del fanatismo, aunque la verdad sea dicha, cuando fui al cine ni siquiera sabía de que iba la película, así que posiblemente me pilló con el paso cambiado y no la valoré como se merecía.
Yo tambien llore con Camino, y toda mi familia que estaba viendola.
Es muy tierna y dura a la vez.
Me gustó mucho Camino, gran película sobre la fuerza del amor.