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Profesores de institutos hastiados deciden poner a prueba una hipótesis de Kierkegaard, que dice que el ser humano tiene un déficit de alcohol del 0,5 %; por lo que empiezan a beber desde que se levantan hasta que terminan su jornada laboral en un intento de llevar mejor tanto el contacto social como su labor profesional. Una pena que se hayan embarcado en una evidente espiral hacia el alcoholismo.

El show de Mads Mikkelsen

Que la labor de otros miembros del reparto, de Thomas Vinterberg, que escribe y dirige, y de todos los demás es intachable, me parece fuera de toda duda; pero es Mads Mikkelsen quien, en la piel del protagonista, da a Druk su pátina de inolvidabilidad. Y es que los pasos que su personaje da a través de la espiral mencionada en la sinopsis no solo están trazados siempre con sumo gusto y aprovechan al máximo la contención del actor hasta una explosión expresiva final en forma de baile. Nada se deja al azar y todo contribuye a mantener la atención en el interesante experimento y sus, a este lado de la pantalla, al menos, previsiblemente desastrosas consecuencias.

Es un actor al que conocí en Hannibal y nunca me ha fallado. Trabaje en lo que trabaje me parece siempre convincente, y Vinterberg, con quien ya había hecho tándem en la también estupenda La caza, sobre una denuncia de abuso sexual a un profesor de educación infantil, sabe aprovecharlo maravillosamente.

Un estilo sencillo

Lo recargado, por llamarlo de alguna manera, de Druk es su premisa y ciertas partes de su desarrollo; porque el apartado técnico es muy sobrio. No diría que rayano en lo espartano, que tampoco hablamos de Dogma 95, cuyo manifiesto fue escrito por Von Trier y el propio Vinterberg; pero algunas de sus bases siempre han marcado el cine del danés.

En cualquier caso, no es que la historia de la película requiera una dirección o una fotografía más protagonista. Ese estilo sencillo y directo le sienta como un guante y ayuda a dar protagonismo a lo que sucede y no a cómo se trata cinematográficamente para expresarlo de un modo o de otro, aunque, poniéndonos tiquismiquis, esa sea una forma de tratamiento cinematográfico para expresar las cosas de un modo u otro. Ya lo sé. Pero creo que entedéis a qué me refiero.

El baile final

La película es como ese baile final: sorprendente al inicio, pausa momentánea y arranque final. No creo que sea una canción particularmente memorable, pero tiene una curiosa forma de fijarse en la mente, quizá enfatizada por el baile de Mikkelsen, al que recuerdo ver preparándose para él en twitter, con su instructor de baile.

Estamos acostumbrados a ver cómo algunos actores de acción se preparan para las secuencias que interpretan ellos en lugar de sus dobles, pero es interesante ver cómo se aborda la preparación de otra clase de papeles y escenas, especialmente dentro de una película, a su manera, tan mundana como esta. Os dejo el vídeo en Youtube. No es como verlo en acción en la propia película, pero tiene su encanto.

Conclusión

Se trata de una película muy entretenida y de planteamiento interesante. Sabe qué quiere hacer y va a por ello sin pompa ni boato, lo que a su vez le da un dinamismo completamente inesperado. Os la recomiendo encarecidamente.