El manantial de la doncella es una película de 1960 del maestro sueco Ingmar Bergman. Y es grandiosa. Porque es de Bergman.
La película premia a los cristianos, porque son buenos y puros y maravillosos, mientras que la que cree en los dioses nórdicos es una zorra de cuidado a la que no quieren ni los perros. Una preñada por un cualquiera, abandonada; la sierva de la familia, Ingeri, una criatura que me sigo preguntando si era mujer o bestia. Luego haré una reinterpretación de este párrafo, porque —en realidad, en términos de pérfida moral, premia ampliamente a los no cristianos.
El caso es que esta familia tiene una hija rubita, monísima-estúpida (o exageradamente inocente, para los más políticamente correctos y Laulau), Karin, que actúa de manera invitadoramente seductora incluso con su propio padre. Me pareció muy difícil obviar un matiz tirando a incestuoso en su relación: cómo aproxima su cara a la del padre, como tuerce la cabeza, mira de reojo y entreabre los labios para conseguir lo que quiere. En fin, paranoia mía, por supuesto. Esta hija consigue, pues, vestirse con sus mejores galas para ir a la iglesia, ella sola, porque ya se ha perdido la misa y va a hacer una ofrenda, acompañada de esa chica-bestezuela que es la criada, quien le desea el mayor de los males.
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Lo cierto es que la película combina puntos fuertes y puntos débiles, en mi opinión —en realidad se trata de una película casi mundialmente reconocida y que gusta a justos y pecadores por igual—: la imagen es increíble, el juego de luces y sombras (es en blanco y negro) que permite una narración prácticamente verbal —hay largos momentos carentes de todo diálogo—, sin desmerecer por ello las intervenciones de los personajes, que tienen bastante fuerza, o el resalte verbal de los colores por parte de Karin para que todos sepamos cómo era su vestido me pareció adecuado y, a su manera, ingenioso. No obstante, el ritmo prácticamente inexistente, el toque místico —que me pareció un poco vacío, pero muy apropiado para la época— y la sobreactuación de algunos actores —salvo que mi primer juicio sobre la aparente falta de un hervor (o dos) de Karin sea cierto— me decepcionaron ligeramente.
Una posible interpretación, sobre el silencio de Dios y blablablá;,es que no se quiso entender el mensaje de Bergman. Sueco. Aviso de nuevo porque esto vuelve a contener un spoiler.
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Una imagen terriblemente poderosa con una iluminación increíble y una buena narración visual.
Me parece que hicieron un ramake hace poco : La última casa a la izquierda (o el argumento se le parece).
No he visto ninguna de las dos pero me ha venido esa película a la mente.
Me la apunto para verla cuando tenga mono de pelis en BN.
Gracias por la reseña.
En su caso, dado que no es capaz de atar lo que es tan obvio que va a pasar, sí, es estupidez. Y de manual. Primera acepción de la RAE, de hecho:
estupidez.
(De estúpido y -ez).
1. f. Torpeza notable en comprender las cosas.
xD
Cita:
La falta de astucia o empatía no convierten a una persona en estúpida, Albos.
El punto fuerte de la película son los planos. Merece la pena verla sólo por la forma en que está rodada. En impresionante.
Los actores y los escenarios están muy bien escogidos. El mayor problema de la película es que se hace lenta, muy lenta.
Nota.