Fue la segunda de terror japonés que ví, cuando todavía era una novedad y no había sido explotado. La forma de contar la historia era completamente distinta a las películas del género al uso: no parecía haber un argumento fijo, más allá de la maldición de la casa que iba afectando a distiintos personajes, así como la idea pesimista de los fantasmas. La maldición es algo que no se ceñía tan solo a un lugar, sino que los perseguía hasta acabar con ellos y afectar a otras personas.
Sin embargo, esta forma tan novedosa y oriental de relatar los sucesos resulta en ocasiones chocante, sino absurda para quien no esté habituado a la mentalidad japonesa (como el niño fantasma que va a clase ¿ein?), defecto que sigue apareciendo en toda la cinta y supone un lastre frente a otras como Dark Water o Ringu que mantienen cierta lógica.
¿Se llamaba Ju On en Japón? No me acuerdo, porque había visto la versión japonesa en donde el director aprovechaba mucho la oscuridad y sobre todo los niños japoneses que casi sin maquillaje ya dan miedo. Aunque las imágenes son impactantes, las películas de terror no suelen causar eso, terror. La verdad es que la única que me hizo temblar algo fue the ring (la versión japonesa era mejor para los puristas, en mi opinión los americanos hicieron algo más comercial y rapidito gracias a Gore Verbinsky, el de piratas del caribe) y el exorcista.
Sin embargo si te gustan las pelis de terror, ésta es una bien hecha.