VIVAMOS DEL AMOR
Con estas palabras se resume en cierto modo parte de la magia que destila esta cinta de Woody Allen.
Olvidándonos de su habitual personaje neurótico-compulsivo, Allen en esta ocasión,homenajea las fuentes del cine clásico, plagado de megaestrellas y secundarios, de productores ambiciosos y managers ansiosos, de grandes decorados y atrezzos, de expresionistas luces en blanco y negro, de las mastodónticas multinacionles encorsetando la creatividad sin reparar en lujos.... y todo ello dándole una vuelta de tuerca más a las circunstancias, viviendo esta aventura desde perspectivas inimaginables que sólo se le pueden ocurrir a un genio portentoso como el del neoyorkino...
El enésimo planteamiento del mito de la caverna de Platón, pero planteado de manera original por el genio semita.. .
La Rosa Púrpura del Cairo surge pues como esperanzadora llama del inextinguible talento abrumador de un cineasta que se supera constantemente con cada nuevo proyecto, aunque a veces el ritmo de producción se vea alterado por leves descensos de calidad.
Allen cede todo el protagonismo a unos personajes que nada tienen que ver con el monstruo cinematográfico creado por él mismo a su imagen y semejanza.
Esta película trata sobre las esperanzas de la gente perdedora en tiempos de crisis, donde uno agudizaba los sentidos en busca de evasión y consuelo...
Muchos fracasaban en el intento, otros lograban su propósito aferrándose a las cosas triviales de la vida que colman nuestras ansias, enriqueciendo nuestros espíritus.
Así, el personaje de Cecilia(Mia Farrow) se ha convertido en una especie de emblema o estandarte en la búsqueda de un remanso de paz y esperanza, de alegría y felicidad, cuando las circunstancias de la vida no invitan precisamente a ello.
...Y todo ello al ritmo del "Cheek to Cheek" de Irving Berlin interpretado por Fred Astaire.