El sábado estuve de comilona… ya sabéis; día del padre, primos, hermanos… gente. Y hablando y hablando comenté con tres personas diferentes mi intención de ir a ver “Never let me go” (Nunca me abandones) esa misma noche con idénticos resultados. A saber…
Yo. Esta noche nos vamos mi mujer y yo al cine a ver Nunca me abandones.
Primo / Hermano / Otro. Ummm… no se cual es esa.
Yo. Sí, hombre… esta de Keira Knightley y Carey Mulligan.
Primo / Hermano / Otro. Keira Knightley es la de Los Piratas del Caribe, ¿no? Pero la Mulligan esa no sé quién es. ¿De qué va la peli?
Yo. Pues de unos chicos que son clones y los han creado genéticamente para ser donantes de órganos. Viven en un colegio rollo internado inglés y poco a poco van descubriendo su verdadera naturaleza.
Primo / Hermano / Otro. Ah… cómo la Isla.
Yo. Er… no.
Así es… igual la sinopsis puede ser engañosa y parecer el mismo punto de partida que La Isla pero nada más lejos. Seguro que quienes hayan podido leer la novela estarán riéndose de semejante comparación ya que, según tengo entendido, se parecen lo mismo que un huevo a una castaña. Pero es verdad que en una conversación más o menos liviana parece que lleva a engaño. Pero de verdad que no. Aquí el tema de la clonación humana adquiere otros matices… más humanos quizá y, eso seguro, mucho menos espectaculares que en la producción de Michael Bay. Nos hablan de los sentimientos; del amor, de la envidia, de la generosidad y la mezquindad del género humano y de los cuales no están exentos nuestras réplicas. Nos hablan del alma como condición indispensable a la hora de experimentar y bregar con todo ello y, sin embargo no está inmerso el guión en un hondo pozo de almíbar. Creo que la historia tiene un pulso interesante según el cual todo sucede a un tempo muy calmado… al fin y al cabo nos vienen a relatar las vidas de tres personas que han venido a este mundo con la única ocupación de esperar su propia muerte.
La música y la fotografía insuflan un claro pesimismo al espectador a la vez que reflejan pequeños reflujos de cierta belleza sin excesivo lirismo. Ciertos paisajes recurrentes como el de la inmensa playa con el barco varado o los cristales que ofrecen una hermosa visión de la campiña inglesa cubierta por un manto de lluvia, son claros ejemplos de este delicado lenguaje. Siendo así, la película en seguida te hace fijarte en determinados detalles que te hacen completar el cuadro; el ambiente opresivo del internado donde el miedo insuflado educacionalmente es el principal enemigo junto con la terrible desinformación, el vestuario raído y, generalmente, de tallas que no les terminan de corresponder a los protagonistas, los juguetes rotos, los objetos y recuerdos desvaídos que, sin embargo, constituyen todo su acerbo de bienes materiales y objetos preciados… exactamente igual que los de cualquier persona.
Y quizá de eso hable la película. Que uno puede ser un clon creado en un laboratorio destinado a salvar la vida de su “original” donando generosamente sus órganos vitales o puede nacer de padre y madre y vivir una vida más o menos libre… pero igualmente la cosa no es demasiado diferente. Todos estamos sujetos a esas pequeñas miserias que constituyen la vida y, al mismo tiempo, todos queremos explotarla y disfrutarla. Todos sabemos que tiene una fecha de caducidad… inexorable, pero igual que es terriblemente humano el hecho de morir, lo es el hecho de querer alargar la vida aunque sólo sean tres o cuatro años más. Y aunque descubramos que no se puede, que la muerte es la meta lógica y natural de todo esto, no por ello dejamos de intentarlo y de sufrir por ello.
Cabe mencionar un muy buen trabajo por parte de los tres protagonistas; Keyra Knightley no es santo de mi devoción y la considero un poquillo pavisosa pero visión del personaje de Ruth creo que es tremendamente acertada. Igualmente pasa con Andrew Garfield… a las puertas de meterse de lleno en el traje del Hombre Araña nos deja una interpretación muy precisa y tierna dándonos un niño-hombre cuyas circunstancias vitales no le han permitido madurar y, sin embargo, sus ansias por vivir y por obtener esa “hombría” merecida le hacen seguir adelante haciéndose cargo de una situación que a todas luces le sobrepasa. Pero el premio gordo se lo lleva Carey Mulligan. La disfruté mucho mientras la descubría en A single man pero creo que su evolución es más que notable. Kathy es un personaje dificilísimo que, si bien se erige como la protagonista absoluta, lo hace a costa de enfocar la historia de amor entre sus dos partenaires como mera conductora o narradora. Perfectamente contenida y, sin embargo muy expresiva nos muestra el mundo de los que son como ella con cierta frialdad necesaria para poder contarlo de la manera más objetiva.
Os recomiendo que la veáis y que penséis en ello. No creo que aporte ninguna idea brillante o novedosa sobre el asunto del que trata pero creo que es bueno dejarse llevar por estas cosas y darle vueltas y más vueltas al manido tema. Pero creo que es imprescindible quedarse con una idea que enmarca el final de la película…
Si proponemos volver al mundo donde había cáncer de pulmón o de páncreas la respuesta será ineludiblemente no. Y por eso mismo responder a la pregunta de si un clon tiene alma es responder a una pregunta que en realidad nadie formula… porque nadie quiere saber la respuesta.