Que puede serlo, nadie lo niega, pero siempre que se quiera abarcar una cinta de estas características y poner al espectador en la piel de los personajes, debería encajarse de un modo tan veraz como se da en esta áspera y en ocasiones cruda "Pathfinder", una de esas pelis que deja que palpemos el frío nórdico y la fuerza de los rígidos rostros de esa zona, sumergiéndonos en una historia de supervivencia donde no prevalece la ley del más fuerte, sino del más vivo, del más audaz y del más inteligente.
Probablemente, su inicio con esos inadecuados tintes cómicos y una presentación de personajes tan fugaz como tópica no den demasiados alicientes al espectador para engancharse a una historia de esas que, con sencillez, nos transporta a un lugar repleto de obstáculos para sus protagonistas donde en ningún momento se sabe qué sucederá la próxima vez que les veamos o cuan difícil podrá llegar a ser superar su particular periplo.
Es cuando las angostas secuencias que, probablemente hagan justicia a lo que acontecía en aquellos parajes hace ya tanto tiempo, empiezan a sumergir la pantalla, el momento en el cual uno clava su mirada en ella y decide seguir paso a paso esta tensa aventura hasta ese brillante final, que si bien adolece las dificultades de lo que debió ser un rodaje complicado por el tipo de secuencias que acompañan los últimos compases, siempre deja un magnífico poso a cine grandilocuentemente ejecutado, donde las heroicidades y momentos de cara a la galería desaparecen en pro de un relato abrupto que no dejará indiferente a nadie.