"¿¡Quién coño os creéis que somos...!?"
La primera vez que me vi esta genial serie, tuve el placer hacerlo de una sola tacada, durante un maratón nocturno.
Nos la trajo el mismo estudio de animación que creó la también genial pero tónicamente distinta Neon Génesis Evangelion (que me vi más tarde).
El estudio Gainax. Yo, sinceramente, me imagino a todos los dirigentes sentándose en torno a una mesa y diciendo: “Bueno, señores, vamos a hacer la serie más jodidamente genial del planeta. ¿Alguna idea?”
De esa hipotética reunión estoy seguro de que surgieron muchas ideas sobre los ingredientes que debe tener una buena serie, o al menos una serie popular.
Humor, aventura, romance, épica, ritmo, todo en grandes cantidades.
Tiene que gustar a todo el mundo, niños y mayores, por lo que debe ser apta para todos los públicos sin dejar de lado los temas adultos.
Una de las formas de hacerlo, aparte de la inclusión de una violencia que no llegue a la incalificablemente explícita Elfen Lied, es que haya muchas tet... que haya preciosas amazonas pero no desnudos. ¡Mirad a Yoko, juas!
Tiene algunas similitudes con un cómic famosísimo que me encanta, Dragon Ball (insisto: el cómic, no el anime, que me parece demasiado lento). Al igual que en la obra de Akira Toriyama, los responsables de Gurren Lagan se cuidan de que en cada capítulo los personajes aumenten su poder (en Dragon Ball se aumenta de poder cada cierto número de capítulos; ese incremento sin embargi tiene lugar en todos y cada uno de los episodios del anime Guren Lagan), y cada vez las batallas son más espectaculares, y los enemigos más brutales, peligrosos y despiadados. Y tanto protagonistas y antagonistas sufren transformaciones. No exactamente al estilo de Freezer, pero los robots que pilotan los personajes de Gurren Lagann cambian mucho de forma, aumentando su tamaño y su molabilidad, sobre todo hacia el final.
Muchos episodios de Gurren Lagan dan la sensación de ser el clímax de la serie, debido a la espectacularidad de las batallas finales. Pero por imposible que parezca, la historia no dejará de subir de intensidad hasta llegar al mismísimo final.
La única desventaja que le pueden ver los fans es que la serie es demasiado corta teniendo en cuenta todo el potencial del que hace gala. Pero pensándolo mejor, lo cierto es que sería absurdo alargarla demasiado, porque probablemente eso dañaría el ritmo, y daría lugar a aburridos rellenos (ya sabéis, eso de lo que todo el mundo se queja del anime de Naruto). Así, los 27 episodios de veinte minutos de Gurren Lagan están medidos al milímetro, para que sean increíblemente entretenidos y completos por sí mismos sin caer tampoco en la saturación. Además, si de verdad os habéis quedado con ganas de más, no hay problema: En estos momentos se está publicando cada semana en una revista japonesa la versión manga, que incluye más detalles y matices de los que goza el anime, y el estudio está preparando unos largometrajes para otoño de este año. (Nota: Desde que escribí originalmente esta reseña, ya se han estrenado las dos películas. Son refritos, pero no están del todo mal).
Si aún no la habéis visto, buscad una versión subtitulada de calidad, antes de que la serie llegue a España destrozada por algún malogrado doblaje ("¡Vaya que sí!"). Pocas veces podréis presenciar espectáculo semejante. (Nota 2: Al final tampoco parece que vaya a llegar de todas maneras... Es una lástima, porque es una de las pocas que me compraría en DVD).
Y ahora sí: SPOILERS A CONTINUACIÓN
El aumento de tamaño y poder se hace de notar especialmente en los últimos capítulos. ¡Llega un momento en el los enemigos usan galaxias enteras a modo de shurikens! Y, en el largometraje segundo, lo exageran todavía más.
Otra similitud con Dragon Ball es que en Gurren Lagann sale Vegeta. Solo que le cambian el nombre y le llaman Viral. Viral y Vegeta, dos grandes personajes.