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Esta es la serie que más me ha podido gustar en los últimos años. Es cierto que no tiene una acción trepidante y enredos escabrosos, pero precisamente en su simplicidad está su riqueza.

Como suele ser habitual en HBO, A dos metros bajo tierra (Six Feet Under) es una serie de personajes. Vemos cómo cambian y evolucionan sin ningún tipo de contradicción o aleatoriedad, se enfrentan a sus miedos y deseos y avanzan por un camino que ninguno sabe muy bien dónde les llevarán. Las preguntas que todos ellos se plantean nos las hemos hecho nosotros también a lo largo de nuestra vida y, sin duda, nos las seguiremos haciendo. Los Fisher son como un laboratorio de ensayo en el que estudiamos como, mediante los aciertos (y los errores), se puede y se debe avanzar en la vida.

El argumento puede parecer trivial, sobre todo en la apertura de cada episodio (la muerte de alguien). Pero, ¿no es al fin y al cabo la muerte algo trivial? Es una compañera omnipresente en nuestras vidas y en la serie lo reflejan a veces de forma directa y otras de forma indirecta.

La infidelidad, el amor, el rencor, la homosexualidad, las drogas... Una serie que, desde luego, no deja indiferente. A muchos les echa atrás debido a su simplicidad y es cierto que, viendo el argumento (una familia de enterradores, ¡yuju!), no sea especialmente atractiva. Pero yo la recomendaría sin dudarlo y pediría un voto de confianza para una producción que además de un reparto excelente tiene un guión brillante.