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Las dos pimeras adapciones del mundo de Terry Pratchett realizadas por Sky One no decepcionaron, y esta tampoco ha sido una excepción. Ha reunido varios actores que sin ser muy conocidos (como mucho, Tamsin Greig, Fran en Black Books…y sí, esta vez no tenemos a Jeremy Irons de Lord Vetinari) cumplen perfectamente su papel y la ambientación sigue estando igual de cuidada: se vuelve un poco más caótica, al igual que los libros de Pratchett según avanzan, y de una parodia del género de fantasía tipicamente medieval evoluciona hacia una ciudad en la que los edificios y la gente son claramente decimonónicos, mientras que la Guardia de Ank Morphork recuerda bastante a una patrulla del siglo XVII y pueden encontrarse templos de estilo oriental.
Quizá la parte más curiosa es la ambientación victoriana, que en ningún momento llega a ser steampunk, sino una especie de siglo XIX en el que nunca llegó a descubrirse la máquina de vapor. Solamente los golems desentonan un poco, con un aspecto de traje de plástico que es más cantoso por la comparación del decorado anterior.

Al estar basada en una novela de las más recientes, la crítica es variada y mucho más cercana a los últimos acontecimientos: el personaje de Moist Von Lipwig hizo su agosto como estafador en el mercado financiero (o de calabacines. Poca diferencia hay) y las prácticas abusivas de la compañía de mensajes poco se diferencian de cualquier telefónica…incluso hay una broma a costa de uno de los principios dictados por las Normas Internacionales de Contabilidad, que ya es decir.