Ryan Murphy, creador Glee, antes de embarcarse en la comedia musical y optimista dónde nos muestra lo maravilloso de la condición humana, su afán de superación y su lucha contra las adversidades por muy injustas que sean, abrió boca denunciando la tendencia del ser humano hacia lo miserable y la capacidad de los protagonistas de esta historia para rodearse de desgracias a pesar de estar envueltos de supuestos mundos donde el cliché de la perfección hace parecer justo lo contrario.
Partiendo de la base de que se trata de una crítica voraz contra la superficialidad del mundo de la cirugía plástica, podríamos suponer que el sentido del humor ácido e irreverente de Ryan Murphy nos deparará un sinfín de situaciones dónde unos pacientes cada vez más acomplejados por sus vidas rotas e imperfectas desean obtener solución a sus miserias con el retrueque más inesperado del maestro bisturí. Y sí… en esencia es eso. Pero la cosa no queda ahí. Desde los primeros capítulos de la primera temporada la depravación se convierte en un personaje más… en un telón de fondo según la cual, los personajes bailan a su son. El sexo y el dinero se convierten en dos máximas que todos quieren… que todos alcanzan y que, en cambio, a ninguno satisface. Todos los personajes, por lo tanto se tornan miserables, insatisfechos vitales y deseosos siempre de justo aquello que no pueden obtener. La inmadurez como punto de partida y el nulo respeto por los problemas o sentimientos ajenos les hacen parecer niños egoístas y dañinos para cuantos les rodean e incluso para sí mismos.
Entonces, ¿por qué verla? Pues precisamente por eso. Porque muestra sin tapujos un mundo socialmente deplorable en una serie de situaciones que no dejan de tener un cierto regusto amargo a realidad, por muy inverosímiles que parezcan. Tanto incluso que en no pocas ocasiones, provocarán la risa. Las tramas entremezclan las relaciones personales de los protagonistas, con los pacientes que tratan en la clínica de cirugía estética (que dan nombre a cada uno de los capítulos) y, en ocasiones, con otras subtramas de corte más policíaco o detectivesco (muy recomendables las Temporadas 2 y 3).
¿Qué me decís de las series de médicos? ¿Acaso no estáis hartos de doctores que siempre saben tomar la opción más ética y favorable al paciente aún contradiciendo los designios de un frío y deshumanizado comité que ve a los pacientes como meros “clientes”? No, amigos… esto no es Hospital Central, ni Urgencias, ni mucho menos la sobrevalorada (a mi entender) Anatomía de Grey. Aquí no se habla del amor aunque los protagonistas quieran (y crean) estar enamorados. La perversión y la depravación en una mesa de operaciones no es sólo hegemonía del grandioso House.
Hay médicos peores. ¿Queréis conocerlos?
