Hasta el año pasado, el último juego de coches al que le había dado en serio era Gran Turismo 2; por eso, hasta cierto punto, consideré que mi agradable experiencia con Forza Motorsport 6 podía estar un poco hinchada por esa larga sequía. Aceptaba, supongo, que el género había evolucionado durante esos 15 años y yo estaba, sencillamente, viendo el cesto lleno con los frutos de ese avance. Pero ha sido con Forza Horizon 4, de los británicos Playground Games, con el que realmente he vuelto a encontrarme con la emoción, y el vicio, que en algún momento sentí con Colin McRae Rally y el ya mencionado Gran Turismo 2.
Variedad ante todo
Si hay un factor que describe a Forza Horizon 4 mejor que otros es el de variedad. Dentro de que se trata de un juego de carreras, ofrece una propuesta increíblemente variada.
Por un lado tenemos, evidentemente, las carreras: en carretera, por caminos de tierra o campo a través; pero no solo eso. FH4 incorpora también una peculiar colección de historias compuestas cada una de 10 capítulos: hay una en la que tendremos que hacer de especialista de cine, en otra haremos de perito de una aseguradora, en otra ayudaremos a grabar un documental sobre los automóviles producidos en Reino Unido, y en otra, por ejemplo, conduciremos los coches principales de 10 famosos juegos de coches o tendremos que mostrar nuestra habilidad derrapando y saltando por diversas pistas. Las misiones suelen permitirse alguna que otra excentricidad y en algunas, especialmente en la de los vehículos producidos en RU, se da información bastante interesante sobre el mundo de la automoción. En este sentido, se echa en falta doblaje en castellano; porque es relativamente difícil desviar la atención a los subtítulos cuando llevamos un Lamborghini a 300 kmph y tenemos que pasar entre dos coches. Pude entender casi todo de oídas, pero las pocas veces que me perdí algo y desvié la vista para leer el subtítulo acabé estampado contra algo… Menos mal que los Forza tienen el botón ese de rebobinado.
Además, el mapa está salpicado de otra clase de eventos: casas que podremos comprar, monumentos y paisajes que podremos descubrir, radares en los que dejar constancia de nuestro amor por la velocidad (menos mal que no nos hacen pagar las multas), zonas de acrobacia en la que medir la cantidad de metros que podemos saltar, garajes abandonados en los que encontrar joyas del pasado…
Y aún no comenté los más de 700 vehículos de más de 100 fabricantes que incluye el juego según su wiki. Algunos solo aparecen en expansiones de pago (como la de Fortune Island), pero el conjunto disponible de coches con la versión básica del juego es enorme y hay algunos DLC gratuitos con nuevos vehículos.
Las cuatro estaciones
Forza Horizon 4 está construido en torno al paso de las estaciones. El mapa siempre es el mismo y muchos de los circuitos se pueden jugar en distintos momentos del año. El cambio es bastante intenso visualmente y, por supuesto, el estado de los caminos y carreteras afecta al agarre de las ruedas y modifica cómo deben recorrerse óptimamente los trazados, lo que hasta cierto punto suaviza la sensación de repetición cuando volvemos a recorrer un circuito por el que pasamos en una estación anterior.
Desconozco cómo funcionan otros Horizon, pero en este nos encontramos ante un extenso mundo abierto en el que se disponen los eventos, exhibiciones, carreras e historias, que podemos seleccionar en un mapa para que nos dibuje el trazado en carretera y que el GPS nos avise de las curvas que le dé la gana. Hay unos cuantos puntos de viaje rápido, aunque de vez en cuando no hay ninguno lo suficientemente cerca de donde queremos ir y no compensa usarlo. A veces, de hecho, decidí participar en un evento que me quedaba más cerca y cuya ruta me acercaba a otro que hacer después para ahorrar berenjenales y pantallas de carga.
El paso de las estaciones ha sido integrado estupendamente con el brillante trabajo de diseño de paisajes que podemos apreciar a lo largo de nuestros recorridos. Muchas veces es un gustazo recorrer las carreteras de ese Reino Unido estilizado, aunque a veces la amplitud del mapa y lo separado de los puntos de viaje rápido también resulta cansino. Así como durante mucho tiempo es genial que el juego nos incite a recorrer las carreteras y caminos de su mundo abierto, porque nos permite acostumbrarnos a distintos coches sin experimentarlos por primera vez en una carrera, a ratos resulta agotador. Personalmente, creo que más que añadir nuevos puntos de viaje rápido, bastaría con distribuir un poco mejor los que hay. Es posible que me queden por localizar unas cuantas casas, además de las dos que nunca tuve dinero para comprar, y que, con ellas, mejorase mi impresión.
Otro aspecto algo confuso es lo que motiva el cambio estacional en sí mismo. Recuerdo pasar del otoño al invierno y luego volver al otoño en otro evento y pasar un par de pruebas más en esa estación antes de volver a la Gran Bretaña nevada. Creo que el juego podría marcar mejor cómo se producen esas transiciones, la verdad. No afecta mucho a la historia, pero produce un efecto feo y, con lo cuidado que están otros aspectos, es una pena.
Conclusión
Nota: 8,5. Probablemente Forza Horizon 4 sea todo lo que se le puede pedir a un juego de coches híbrido de arcade y simulación. La conducción no es terriblemente exigente, pero distintos tipos de coches tienen conducciones diferentes (aunque personalmente creo que la experiencia de conducción es algo más elaborada en los Forza Motorsport), visualmente es precioso, la experiencia es muy variada, hay multitud de vehículos con los que experimentar y el contenido base es ingente. Dudo que vuelva a dedicar a un juego de coches las más de 200 horas que dediqué en su momento a Gran Turismo 2, pero por lo pronto no voy a desinstalar este Forza Horizon 4 para seguir jugando esporádicamente, que a día de hoy es, quizá, lo mejor que puedo decir de un juego que considero que he terminado.
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