Particular y personal
Lo que más sorprende de Gorogoa es lo poco que se parece a otros juegos, incluso a otros de su género. Es una aventura increíblemente breve (de entre 1 y 2 horas) en la que a través de la manipulación de unas imágenes dispuestas en un panel de máximo 2x2 tendremos que conseguir que sucedan ciertas cosas.
Nuestras herramientas para lograrlo no son demasiadas, pero son suficientes para que los puzles más elaborados resulten difíciles y enrevesados. En las imágenes podremos, o no, hacer alguna de las siguientes acciones: acercar o alejar la vista, extraer el marco a otro hueco del panel, superponer imágenes, formar imágenes de más de 1 hueco, etc.
Y, aunque pueda sorprender una declaración así en un juego de las características de Gorogoa, uno de sus puntos fuertes es el acabado visual: todas las imágenes son cuadros pintados a mano por la misma persona, Jason Roberts, el responsable del juego, y, además de ser hermosas, hacen que todo se vea muy del mismo mundo. Es, sencillamente precioso.
La historia se evoca a través de esas pinturas y de lo que va sucediendo en o a través de ellas. No hay diálogo, no hay texto; solo imágenes que se mueven, detalles en que nos centramos, planos generales a los que nos alejamos y composiciones de varios cuadros. La gran máxima del cine, «no lo cuentes, muéstralo» es algo que Gorogoa aplica sin descanso ni vacilación.
La música incidental es un poco monótona. Tiene un toque chill out relajante que sienta bien al juego, pero temas como Sanctuary son increíblemente repetitivos y se sienten poco inspirados. Os dejo aquí la banda sonora.
Conclusión
Lo que ofrece Gorogoa es lo diferente de su experiencia. Nunca había jugado nada parecido. Más allá de esa novedad, y de su belleza visual, creo que el juego resulta plano. En cualquier caso, por su extrema brevedad y lo atrevido de la propuesta, creo que merece la pena echarle un ojo.
Lo jugue hace bastante, pero en mi concepto es una pequeña joya.